1 Corintios 1,10

"Os conjuro, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis todos un mismo hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio."
1 Corintios 1,10

Ven Espíritu Santo

Orar al Señor para que mandara el Espíritu Santo es lo que hicieron los apóstoles unidos a María en el cenáculo. Aquella estancia alta, el cenáculo, en la cual Jesús celebró la primera eucaristía, debía encerrar para ellos momentos inolvidables.
Jesús al subir al cielo les dijo que esperaran la venida del Paráclito, el que les había de revelar tantas cosas y que los haría valientes e intrépidos ante las dificultades que iban a encontrar para anunciar la Buena Noticia.
La compañía de la Madre de Jesús en aquellos momentos era de primordial importancia, ella que supo esperar con una fe inquebrantable los mantenía fieles y unidos en la espera.
En el cenáculo encontramos los inicios de la Iglesia, una Iglesia que ora unida a la Madre del Señor, el Espíritu se da en Iglesia y en ella. Los hechos de los Apóstoles nos narran que “un viento impetuoso resonó en toda la casa donde se encontraban y unas lenguas como de fuego se posaron encima de cada uno de los asistentes llenándose del Espíritu Santo”. Lenguas de fuego símbolo del amor. Y este amor que empuja a los Apóstoles a predicar primero a los que se encuentran en Jerusalén y luego se dispersan para proclamar el Evangelio a los paganos.
San Pablo en su primera carta a los Corintios nos dice: “Nadie puede confesar que Jesús es Señor, sino es bajo la acción del Espíritu santo”. Así pues cuando recitamos el Credo es el Espíritu que nos hace confesar que creemos en él: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria” (Símbolo de Nicea 325).
“El Espíritu Santo que es el amor eterno que se tienen el Padre y el Hijo, nos introduce en la vida de Dios y nos abre a la entrega del prójimo”
(David Amado)

Texto: Hna. María Nuria Gaza.

Trinidad: unidos por la relación

Las religiones asiáticas conciben a Dios de forma no personal, pero las religiones abrahámicas entienden que Dios no puede ser menos que personal. Ahora bien, es posible entender la persona como encerrada en si misma o como abierta a los demás. Este segundo modo de entender lo personal parece más rico, más dinámico, más acorde con la experiencia. La concepción cristiana de Dios como Trinidad ha ayudado a concebir la persona como solidaria más que como solitaria. La persona es tal cuando vive en comunión con otras personas. La comunión entre personas la sustenta el amor. Precisamente el amor es lo que une a las personas. Por eso, el amor crea unidad. La unidad más fuerte no es la del átomo, sino la que brota del amor. En esta línea se comprende el Dios cristiano: un solo Dios en comunión de personas. Por eso, los cristianos tenemos con Dios una relación personalizada: somos hijos del Padre, hermanos del Hijo, amigos del Espíritu.

A partir de ahí podemos comprender que el ser humano, creado a imagen de Dios, es tanto más persona cuanto más se asemeja a las personas divinas. Una imagen significativa (aunque limitada) de tres personas entendiéndose como unidad es la del matrimonio abierto al hijo. Ahí podemos encontrar un reflejo del misterio trinitario: por una parte, el amante ama al amado y el amado al amante. Pero si la relación se queda en dos, corre el riesgo de entrar en un “egoísmo de dos”. El amor necesita ser no solo mutuo, sino compartido. El círculo cerrado del amor mutuo entre dos personas es insuficiente para la perfección del amor. Los dos necesitan compartir su amor recíproco con un tercero. Para la perfección del amor es necesario abrirse al tercero. El amor pleno no es binario, sino ternario: el amante, el amado y el co-amado (o los co-amados). El amante no solo ama al amado, sino que desea que los dos (el amante y el amado) tengan la alegría de amar juntos a un tercero, y que ambos sean amados por ese tercero.


La trinidad (Lectura del Evangelio de San Juan 3,16-18)

En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.»

COMENTARIO:
El ser humano vive buscando descubrir el sentido de la vida y de todo cuanto existe, sin que pueda encontrar una respuesta completa si no es en Dios. Y Cristo nos revela que Dios es comunidad de amor que se da eternamente en una experiencia total y definitiva de comunión. Pero su revelación es también una propuesta desafiante:
Dios es diálogo permanente y sólo así podemos comprenderlo: conversando con la vida, experimentando el amor. Estableciendo un diálogo de amor, descubrimos al Dios del amor, y todo lo que no exprese unión y comunión es una desfiguración de ese amor.
Con mucha frecuencia los cristianos repetimos el gesto de santiguarnos: al levantarnos, al salir de casa, entrando en la Iglesia. Muchos lo hacen al pasar ante un cruceiro, una capilla o múltiples y diferentes de ocasiones, que surgen a lo largo del día. He visto a madres que signan la frente de sus hijos cuando los acuestan en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Unas palabras que, con mayor o menor reverencia, decimos, sin plantearnos que hay detrás de esa expresión. Decimos lo que sabemos, aunque no sepamos, ni entendamos, lo que decimos. A veces nos perdemos hablando del niño de San Agustín con su pocillo sacando agua del mar; navegamos por lo inconcreto hablando de triángulos, de las tres ramas de un único árbol, y hablamos, hablamos y hablamos...

Sin embargo, cuando pensamos en el misterio de la Santísima Trinidad, solemos perdernos.
Intentamos entender con nuestros razonamientos lo que nos supera y terminamos nadando en un mar de dudas. El nombre –los nombres–, de la Santísima Trinidad es algo que “usamos”, pero que no entendemos, y que mucho menos podemos explicar.
Es el poder sentir al Dios único como familia, como Trinidad, es una obra de fe, nada más que de fe, y es absolutamente imposible desde la racionalidad. La razón solo funciona con objetos que puede medir, pesar y comprender y Dios no puede ser descendido a la categoría de objeto comprensible y, consecuentemente limitado: Dios queda fuera de las posibilidades de la razón.
Desde la fe sí podemos ver y entender, mejor aún, sentir a Dios que se nos presenta como PADRE que crea y cuida, como HIJO que se hace próximo a nosotros y como ESPÍRITU SANTO que nos ilumina, acompaña y salva.

Hablamos mucho de la fraternidad universal, pero no podremos acercarnos a ella si no es aceptando gozosos el hecho de ser hijos de un mismo Padre; hermanos redimidos por un mismo Hijo; comunidad familiar guiada por el Espíritu Santo hacia un bien común: el regreso al paraíso; la salvación. Aceptado este principio y viviendo en él, la paz, la justicia y el bien llegarán solos: no habrá que buscarlos o luchar por ellos.

Dejate guiar por la fe, y vive la alegría de ser hija o hijo de un Dios único y comunitario, inabarcable y cercano, íntimo y compartido, interior y trascendente, SANTO y SANTIFICADOR.

La espera y la confianza en Dios. (y su Justicia)

...Gran parte de la vida de un Cristiano.
Discutía con alguien sobre si Dios catigaba o no y me puse a buscar en la Biblia (porque parace que si no viene de ahi no srve nada de lo que digas) ejemplos al respecto. Encontré algo muy interesante en esa búsqueda que puede servir como ejemplo ante situaciones en las que la "bronca" nos domina por no ser responsables de ciertas situaciones de nuestra vida, que exceden nuestro control y que NADA podemos hacer para cambiarlo. Para variar, David (figura del creyente Cristiano) nos tiene cositas en el Salmo 37 que, espero, me ayuden a ejemplificar. Y dice:

Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.

Encomienda tu suerte al Señor,
confía en él, y él hará su obra;
hará brillar TU justicia como el sol
y TU derecho, como la luz del mediodía.

Descansa en el Señor y espera en Él;
no te exasperes por el hombre que triunfa,
ni por el que se vale de la astucia
para derribar al pobre y al humilde.

DOMINA TU ENOJO, REPRIME TU IRA;
NO TE EXASPERES, NO SEA QUE OBRES MAL:
porque los impíos serán aniquilados,
y los que esperan al Señor, poseerán la tierra.

[...] El malvado urde intrigas contra el justo,
y al verlo, rechinan sus dientes;
pero el Señor se burla de él,
sabiendo que se le acerca la hora.

[...]El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre;
no desfallecerán en los momentos de penuria,
y en tiempos de hambre quedarán saciados.

[...] El Señor asegura los pasos del hombre
en cuyo camino se complace:
aunque caiga no quedará postrado,
porque el Señor lo lleva de la mano.

Yo fui joven, ahora soy viejo,
y nunca vi a un justo abandonado,
ni a sus hijos mendigando el pan;
Él presta siempre con generosidad
y su descendencia será bendecida.

Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
porque el Señor ama la justicia
y nunca abandona a sus fieles.

[...]EL MALVADO ESTÁ AL ACECHO DEL JUSTO
CON LA INTENCIÓN DE MATARLO,
pero el Señor NO LO ABANDONA EN SUS MANOS
ni deja que lo condenen en el juicio.

[...]Observa al inocente, fíjate en el bueno:
el que busca la paz tendrá una descendencia;
pero los pecadores serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada.[...]

El estilo del Salmo es sentencioso, eso es claro, pero por mas allá de eso y el regocijo en los hijos de Dios que anhelan justicia, me gustaría resaltar ante todo que la obra de Dios es por medio de la fe y por esa fe DEBEMOS tener confianza que somos hijos de un Dios vivo que creo todo el universo y que dio a SU hijo Jesus en la cruz para que fuéramos salvos. Cómo no vamos a creer y confiar en Él, cuando su misericordia es garantizada y su justicia perfecta.

Encomendar al Señor nuestro camino es muy importante, no solo para glorificarnos en su justicia sino para alabarle en su sabiduría. Una vez que hemos puesto en las manos de Dios todos nuestros deseos e ilusiones, debemos ORAR para que Él nos prepare a recibir la bendición o deseo que estamos pidiendo.
Todos los días debemos pedir que nos ayude, nos de sabiduría e inteligencia para mantenernos en su camino y en su palabra.
Hay una parte de este Salmo que me deja pensando mucho y es cuando declara "Descansa en el Señor y espera en Él" y es porque descansar implica algo que es muy dificil: SILENCIO, INTIMIDAD y TRANQUILIDAD, lo cual es muy dificil cuando se está perturbado por algo, ya que lo primero es perder la tranquilidad (conditio sine qua non) llenando de "gritos" (pensamientos) todo nuestro propio ser haciéndonos perder, en consecuencia, nuestra intimidad con el Señor.
Guardar silencio y esperar en Él con paciencia es la parte más dificil de todas, más cuando pasan los meses, los años y no hay frutos de nuestros pedidos en oración.

Un gran maestro y profesor me dijo una vez:

"El esperar es una advertencia de protección."

Cuando el Señor te dice ESPERA es por que quiere enseñarnos una lección importante antes de que obtengamos lo que queremos.
Hay algo FUNDAMENTAL en todo lo relacionado con nuestro Padre y nuestra voluntad que es el ORAR; que NUNCA, JAMÁS nos falte esto. Sino NADA de lo que podamos alcanzar será de riqueza espiritual para nosotros.

Si pasamos la prueba de fuego de esperar confiados en el Señor y sin enojarnos, Dios no solo nos va a dar lo que quisimos, sino muchas cosas más y mejores.
Escrito está que no quiere lo mas simple para sus hijos, quiere darnos lo mejor pero solo si confiamos en Él, hacemos el bien (su voluntad), deleitándonos y sobrándonos con su palabra.

En definitiva, encomendando a Él nuestro camino, guardando silencio y esperando
en confianza.

Mansedumbre

¡Qué poco se utiliza esta hermosa palabra! y es uno de los valores asociados a la virtud cardinal de la templanza, ya que modera la ira, controlando los impulsos cuando estamos enfadados. Voy a llamarla “el imperio de la paz”, ya que logra dominar al individuo, no perdiendo la calma ante acontecimientos imprevistos que obnubilen su corazón.
No obstante como a la mansedumbre se la representa siempre por la oveja, se puede pensar que la persona de carácter no es mansa…equivocación, craso error, el manso no asiente sin más lo que otros creen, es consciente de las discrepancias y los ajustes que la vida introduce en el mundo, pero a la vez, está seguro que todos los males que asolan el planeta  Tierra no pueden apagar la pavesa de bondad, que humea en el corazón de cualquier ser humano.
No es cobarde e incapaz de enfrentarse aldedo impositor, soporta con ánimo tranquilo ¡tantas contradicciones! que por lógica no deberían surgir, pero que ahí están. Por la gran capacidad que tiene ante la frustración se hace clemente.
Quiero, y saben los que me siguen, que me gusta dar el origen griego o  latino de las palabras. Ésta es griega y procede de “praotes” que significa: disposición tranquila y equilibrada de espíritu, manteniendo las emociones bajo control.
Le ilustro con una imagen que todos conocemos: el buey  es un animal muy manso, pero a  la vez muy fuerte, la persona mansa, no se  ve afectada por las alabanzas, ni por la crítica…allá ellos con sus opiniones.
Y aquel varón era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 123.3)
Alguien habrá que grite su nombre, que hable mal, si usted es manso, sabrá lograr que esas opiniones, muchas veces embellecidas bajo capas de radiante purpurina esconden puñales mortales cuando menos lo espera, usted se controla y procura que afecten lo menos posible a su vida biológica y psicológica.
Todos los que no tienen nada importante que decir hablan a gritos” (Jardiel Poncela)

Estudiando teología cristiana o simplemente como cristianos, cada uno de nosotros deberíamos incluir esta palabra dentro de lo que podríamos llamar “fruto del espíritu santo
A diferencia de los dones del Espíritu, conocidos y compartidos por la teología judía, el fruto del espíritu (Gálatas,5:22-23) es un concepto privativo del cristiano, aparece acuñado por primera vez en la “epístola de San Pablo a los Gálatas”, donde la mansedumbre se engalana de otras cualidades como amor, paz, gozo, paciencia, bondad, fe,  en el N.T Jesús es mansedumbre a lo largo de diferentes capítulos que nos relata Mateo, pero no por ser manso dejó de decir lo que pensaba en cada momento, no por manso dejó de coger el látigo y expulsar a los que mercadeaban en el templo….
Pablo Neruda tiene un poema que escribió a los 15 años, donde en verso relata perfectamente, pese a su juventud lo que es ser manso

Amo la mansedumbre y cuando entro
a los umbrales de  una soledad,
abro los ojos y los lleno,
de la dulzura y  de su paz.

Amo la mansedumbre sobre todas
 las cosas de este mundo.

Yo encuentro en las quietudes de las cosas
un canto enorme y mudo,
y volviendo los ojos al cielo,
encuentro en  temblores de las nubes,
en el ave que pasa y en el viento,
la gran dulzura de la mansedumbre

Lo contrario de la mansedumbre es el orgullo, altivez, egoísmo, egocentrismo. ¿Qué les parece que es ser cruel? mi opinión es que la persona quiere centrarse en sí mismo, imponerse, que no pasen por encima, osea que visto psicológicamente, su autoestima está baja
Por ello es respondón se cree importante, le cuesta perdonar…

Lo que deseo destacar para el cristiano es que sobre la mansedumbre da su imagen la persona y es fundamento de teología moral. El cristiano ha de orientar su vida hacia la caridad, bondad… y en concreto hacia la mansedumbre y esta ha de ser su disposición natural, no forzada, ya que entonces no vale ninguna de las virtudes mencionadas. ¡Claro que fallamos! ¡y todos los días! Levantémonos más fortalecidos de cada tropiezo, de cada duda, de cada momento que en silencio gritamos al mundo. Busquemos imitar a Jesús. Yo sé con cuanta frecuencia, callar es el grito más intenso.

¿QUIÉN ES LA VIRGEN MARÍA?

Según entiendo trataré de explicarlo procurando ser claro y conciso ante las preguntas mas frecuentes que se nos ocurren a quienes no somos católicos con respecto a la Santísima Virgen.
María, que en hebreo quiere decir "Señora" o según otros, "Mar profundo de Tristeza", es la mujer con la cual se abre la promesa en la antigua alianza (Gen. 3:15) y con la cual cierra Simeón la antigua profecía (Lc. 2, 25-35).

Es la Mujer que ha tenido un mayor contacto con la Santísima Trinidad en la historia. El Padre la selecciona entre todas las mujeres,
El Espíritu Santo engendró un hijo en sus entrañas y la segunda persona tomó carne y sangre en su vientre.
Si por Eva entró el pecado en el mundo, por la Virgen María entró la Salvación.

¿POR QUÉ MARÍA ES CENTRO DE ATAQUE HOY EN DÍA?

Desde el Génesis fue profetizada la "Enemistad entre la Mujer y el demonio" (Gen. 12, 13-18).
También está escrito que el demonio hará la guerra a los hijos de la Mujer. Esta es la razón por la cual María es centro de división entre los cristianos y no de unión.

¿POR QUÉ LA IGLESIA ES LA GRAN DEFENSORA DE MARÍA?

Porque María es nuestra Madre ya que la recibimos de Jesús en la Cruz, (Jn. 19, 25-28).
Juan representa a toda la Iglesia, además, la gran promesa en Gn. 3, 15 dice que quienes podrían vencer a la descendencia de la serpiente, serían los hijos o descendencia de la Mujer.
Nosotros somos la descendencia de la Mujer, esta Mujer es la Virgen María. Si el pueblo de Israel, son los hijos en la Fe de Abraham, nosotros somos los hijos en la Fe de María, la primera que acepto a Cristo como Señor y Salvador, la primera que recibió la unción del Espíritu Santo (Lc. 1).

¿POR QUÉ LA IGLESIA CATÓLICA LLAMA A MARÍA MADRE DE DIOS?

En el evangelio de San Lucas 1, 39-45, Isabel, llena del Espíritu Santo dijo, "Que favor que la Madre de mi Señor venga a mí". La palabra griega para definir Señor que utiliza Isabel es "Kurios" que es la misma que se utiliza en la versión griega del Antiguo Testamento para traducir "Adonai". Cuando una persona habla bajo la unción del Espíritu Santo es Él quien habla, luego fue el mismo Espíritu Santo quien llama a María, Madre de Dios. Por ello el catolisismo afirma esto.

¿TUVO MARIA MÁS HIJOS?

En el evangelio de San Marcos, se mencionan cuatro hermanos de Jesús, Santiago, José, Juda y Simón los cuales nunca son llamados hijos de María. La palabra hebrea "Aha" se utiliza como hermano, tío, primo, pariente; por ejemplo en Génesis 13, 8 se menciona a Lot como "hermano, Aha" de Abraham, sin embargo son tío y sobrino (Gen 12, 5).
En el mismo evangelio de Marcos 15, 40 se nombran a José y Santiago como "hijos" de María; en Juan 19, 25 se aclara que esta María era hermana (Aha) de la Madre de Jesús.
En Hechos 1, 13 se mencionan a Simón y Judas como seguidores del Maestro.

¿QUÉ RELACION TUVO JOSÉ CON MARÍA?

La relación de José con la Virgen María fue la de proveer legalidad y sostén al Redentor. En Mateo 2, 3 el Ángel le dice a José, "Toma al Niño y a su Madre". La forma hebrea para referirse a la mujer de José, es la Madre de Jesús. San Mateo 1, 18 dice "No la conoció hasta que parió a su hijo primogénito". Él "hasta", indica anterioridad, no condiciona lo que ocurrió después.
En Segunda de Samuel 6, 23 dice "Micol hija de Saúl, no tuvo más hijos hasta, que murió".
¿Tuvo hijos después de muerta?

¿POR QUÉ SE AFIRMA QUE MARÍA NO TUVO PECADO?

Jesús estuvo bajo la Ley. En la ley, el pecado lo transfería la madre (Salmo 51, 7). Jesús NO puede tener pecado por lo tanto, por el poder de Dios, María fue preservada del pecado. En tanto a su maternidad, la palabra griega que se traduce llena de gracia es: Kecharito, la cual quiere decir que fue, que es y que será llena de gracia. La gracia es la ausencia del pecado. María se proclama en el Magnificat "Me alegro en el Dios que me salva" faltan 33 años para el calvario y la Salvación y ya María se proclama en presente Salvada.

¿POR QUÉ LA IGLESIA DICE QUE MARÍA FUE LLEVADA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA?

En principio esto no está en la Biblia.
La Asunción de María no esta bíblicamente expresada, pero está en la tradición de la Iglesia. Muchas personas se preguntan, ¿por qué no está en la Biblia? A lo cual yo mismo me respondo que tampoco Martín Lutero está y sabemos que existió. Estos fueron hechos que sucedieron después de terminados los libros que componen los Evangelios, sin embargo aunque no está en la Biblia, ésta no la contradice, pues antes de María, Henoc en Gen 5, 24 y Elías en II deReyes 2, 11 fueron llevados en cuerpo y alma al cielo.

¿POR QUÉ LA IGLESIA LLAMA A MARÍA REINA?

Dice la Palabra "El que se humilla será ensalzado". María se humilla a esclava (Lc 1, 38) y Jesús la ensalza a lo opuesto que es, Reina, ¿lógico verdad?. Además en I Reyes 2, 19 dice que en el Reino de David la madre del Rey se sienta a la derecha del Rey. Jesús es Rey (Jn 18, 37) es heredero del reino de David (Lc 1, 32) por lo tanto el lugar de María es un trono a la derecha de su Hijo que es Rey.

¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS LE ORAN A MARIA?

En Juan 2, 1-12
María demostró hasta la saciedad su poder de intercesión."Pero es que hay un solo intercesor y es Cristo" me digo inmediatamente. Cierto, ante el Padre solo existe un sólo intercesor que es Jesús, pero, asi mismo, ante Jesús, María intercede por nosotros. Al igual que un pastor ora por un enfermo ante Jesús, de la misma manera María ora por nosotros.

"Pero María esta muerta"

Un error gravísimo, Lucas 20, 38 dice": Que Dios no es Dios de muertos sino de vivos, porque para El todos viven". Además Apocalipsis 6, 9-10 y 8, 3 nos muestra a las almas clamando a DIOS aun después de abandonar este mundo.

"LOS CATÓLICOS ADORAN A MARIA"
Según lo veo, los católicos honran a María como lo hacia Jesús y la proclaman bendita, cumpliendo la profecía bíblica (Lc 1, 48) pero la adoración es única y propia de Dios y María es criatura, eso queda claro.

¿POR QUE REZAN EL ROSARIO SI NO ESTÁ EN LA BIBLIA?
Creo que no hay oración más Bíblica que el rosario. Todos los misterios están en la Biblia. El Padre Nuestro, también esta en la Biblia así como la primera parte del Ave María. El Rosario es una oración más Bíblica que muchas que se hacen en algunas iglesias.
En cuanto a la repetición, dice Marcos 14,39 que Jesús repetía muchas veces la misma oración, el rosario es una meditación en una oración.

ALGUNAS PERSONAS DICEN QUE LAS APARICIONES DE MARÍA SON COSAS DEL DEMONIO.
Completamente falso. María según Apocalipsis 12, tiene la misión de anunciar la segunda venida de Cristo. En las apariciones, María, no trae al mundo mensajes propios, trae un mensaje Evangélico de conversión, arrepentimiento y retorno a las Escrituras.
El demonio no puede predicar conversión a Jesús. Y los frutos de Paz, conversión y alegría que se ven en las personas que asisten a estos eventos no pueden venir del maligno.
Dice la Escritura que atribuir al demonio las obras de Dios es pecado contra el Espíritu Santo y éste no es perdonado (Mateo 12, 22-32). Ojo con esto.

Hermanos, dice Timoteo 2, 23-24 que la Biblia es para edificación no para discusión. Ama a María y Ella te llevara al JESUS que tanto buscas, pues ella lo conoce muy bien, lo llevó en su vientre por nueve meses, lo alimentó, cuidó y guió por 30 años. Nadie lo conoce como Ella. Nadie le da Gloria a Dios quitándole Honra a María, pues según los hechos la Honra de María es la gloria de Dios.
“No puedo callar: soy Obispo precisamente para enseñar la verdad a mis diocesanos; soy pastor para dar a mis ovejas la voz de alerta contra los que, bajo disfraz de ovejas, pretenden introducir en mi rebaño pastos envenenados, doctrinas condenadas por la Iglesia: hablaré al menos cuando oiga que se hable contra Jesucristo o su Iglesia, sembrando entre mis hijos la duda, el desaliento y el error”
(San Ezequiel Moreno Díaz, obispo de Pasto, Colombia).

Pentecostés, fiesta grande para la Iglesia


Con el Espíritu Santo entramos en el mundo del amor. Gracias al Espíritu Santo cada bautizado es transformado en lo más profundo de su corazón.

Pentecostés, fiesta grande para la Iglesia
Pentecostés fue un día único en la historia humana.

En la Creación del mundo, el Espíritu cubría las aguas, “trabajaba” para suscitar la vida.
En la historia del hombre, el Espíritu preparaba y enviaba mensajeros, patriarcas, profetas, hombres justos, que indicaban el camino de la justicia, de la verdad, de la belleza, del bien.
En la plenitud de los tiempos, el Espíritu descendió sobre la Virgen María, y el Verbo se hizo Hombre.
En el inicio de su vida pública, el Espíritu se manifestó sobre Cristo en el Jordán, y nos indicó ya presente al Mesías.
Ese Espíritu descendió sobre los creyentes la mañana de Pentecostés. Mientras estaban reunidos en oración, junto a la Madre de Jesús, la Promesa, el Abogado, el que Jesús prometió a sus discípulos en la Última Cena, irrumpió y se posó sobre cada uno de los discípulos en forma de lenguas de fuego (Hch 2,1-13).

Desde ese momento empieza a existir la Iglesia. Por eso es fiesta grande, es nuestro “cumpleaños”.

Lo explicaba san Ireneo (siglo II) con estas hermosas palabras: “Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios, y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia, y el Espíritu es la verdad; alejarse de la Iglesia significa rechazar al Espíritu (...) excluirse de la vida
Con el Espíritu Santo tenemos el espíritu de Jesús y entramos en el mundo del amor. Gracias al Espíritu Santo cada bautizado es transformado en lo más profundo de su corazón, es enriquecido con una fuerza especial en el sacramento de la Confirmación, empieza a formar parte del mundo de Dios.

Benedicto XVI explicaba cómo en Pentecostés ocurrió algo totalmente opuesto a lo que había sucedido en Babel (Gen 11,1-9). En aquel oscuro momento del pasado, el egoísmo humano buscó caminos para llegar al cielo y cayó en divisiones profundas, en anarquías y odios. El día de Pentecostés fue, precisamente, lo contrario.
El orgullo y el egoísmo del hombre siempre crean divisiones, levantan muros de indiferencia, de odio y de violencia. El Espíritu Santo, por el contrario, capacita a los corazones para comprender las lenguas de todos, porque reconstruye el puente de la auténtica comunicación entre la tierra y el cielo. El Espíritu Santo es el Amor
                                                                                (Benedicto XVI, homilía del 4 de junio de 2006).

Por eso mismo Pentecostés es el día que confirma la vocación misionera de la Iglesia: los Apóstoles empiezan a predicar, a difundir la gran noticia, el Evangelio, que invita a la salvación a los hombres de todos los pueblos y de todas las épocas de la historia, desde el perdón de los pecados y desde la vida profunda de Dios en los corazones.

¿Qué es Pentecostés?

Esta pregusta no está de mas, originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.
En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).

PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...


La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto. Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua.
En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido. Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.
Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.

No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la acción del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.

Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor. Pentecostés es fiesta grande para la Iglesia. Y es una llamada a abrir los corazones ante las muchas inspiraciones y luces que el Espíritu Santo no deja de susurrar, de gritar. Porque es Dios, porque es Amor, nos enseña a perdonar, a amar, a difundir el amor.
Existe una oración que compuso el Cardenal Jean Verdier (1864-1940) para pedir, sencillamente, luz y ayuda al Espíritu Santo en las mil situaciones de la vida ordinaria, o en aquellos momentos más especiales que podamos atravesar en nuestro caminar hacia el encuentro eterno con el Padre de las misericordias.

“Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo:
Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia santificación.
Espíritu Santo,
dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amén”

(Cardenal Verdier).

Recapitulando: el Espíritu Santo nos enseña la vía; nos recuerda y nos explica las palabras de Jesús; nos hace rezar y decir Padre Dios; nos lleva a hablar a los hombres a través del diálogo fraterno y nos hace hablar en la profecía.
El día de Pentecostés, cuando los discípulos “fueron colmados por el Espíritu Santo” fue el bautismo de la Iglesia, que nació 'en salida', para anunciar a todos la Buena Noticia.
                                                                                         (Francisco, homilía del 8 de junio de 2014)

Shalom Paz


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Creo que a nadie le pasó desapercibida la foto, las pasadas semanas, del abrazo entre un Musulmán, un Judío y un Cristiano. Todo un símbolo de Dios que debería ser una invitación para la paz. Muchos pusieron la foto en twiter, facebook, o la enviaron por whatsApp. También hubo quien compartió, por los mismos medios, el vídeo que recogió el momento.
Este abrazo, desde mi punto de vita, indica fe en el diálogo mutuo que es de la única forma en la que pueda haber paz en la tierra. Luchar por la paz es destruir, de alguna manera, la espiral del mal; y los tres que se abrazaron en el muro de las Lamentaciones quieren conseguir ese objetivo. La lucha por la paz consiste en ayudar al otro a rehabilitarse y que actúe de manera diferente en el futuro; la lucha por la paz, consiste en un esfuerzo por superar el mal con el bien, porque se trata de un gesto cuyo fin es que cambie cualitativamente las relaciones entre las personas, países, religiones. La lucha por la paz, en definitiva, se trata de buscar y plantear la convivencia futura de manera nueva, pacífica. Por eso, la imagen de este abrazo nos muestra que la lucha por la paz no ha de ser una exigencia individual, sino tiene que ser una repercusión en la sociedad.
Crear paz es necesario para convivir de una manera sana; se tiene que hacer presente en la amistad y el amor, donde hay que saber actuar ante humillaciones, engaños y posibles infidelidades. Por tanto, la paz la tenemos que hacer presente en no pocas situaciones de la vida en las que tenemos que reaccionar ante agresiones, injusticias y abusos; porque si no la hacemos presente, puede que quedemos heridos para siempre corriendo el riesgo de sepultarla con la losa más pesada: el odio.
El hecho de este histórico abrazo nos debería llevar a restablecer el objetivo judío de una paz futura abierta a toda la tierra, pero sin absolutizar ningún grupo humano. Nos debería ayudara recuperar la idea del Islám de obediencia a Dios y de paz universal, pero sin que esa idea se convierta en imposición social, sino como un ofrecimiento de libertad. Este abrazo nos debe mover para recuperar la afirmación del cristianismo que “la palabra de Dios acampó entre nosotros”, sabiendo que todo ser humano es presencia-palabra de Dios.
La imagen del rabino judío Abraham Skorka, del líder religioso musulmán Ombar Abboud y del papa Francisco abrazados, estoy seguro de que nos ha hecho reflexionar, y esa reflexión es la que nos ha movido a compartirla en las redes sociales. Pero no nos quedemos ahí, reaccionemos y trabajemos sinceramente por una paz verdadera. Sin desalentarnos ante los obstáculos y buscando siempre el bien común, ya que en nuestras manos, sí, en las tuyas y en las mías, está reconstruir la convivencia.

La súplica a Dios

El texto 1 Sam 1 muestra que el pueblo de Israel necesita volverse al Señor, salir de su esterilidad traducida en decadencia social, política y religiosa para hacerse de nuevo fecundo, acogiendo el proyecto de vida que Dios tiene para él. Vamos a mirar atentamente a Ana, esposa preferida de Elcaná; también fijar la atención en él, hombre justo, piadoso, cumplidor de las prescripciones de la Ley. Contemplarla permite entrar en un modelo de suplicación, que luego se transformará en alabanza y acción de gracias. 
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Como introducción al texto mencionado de 1 Sam 1 y previo al análisis breve, propongo un texto de Moisés de León (1250-1305), gran místico judío, que ofrece un bello texto que puede iluminar esta reflexión: 
La Torah sabe que quien tiene un corazón sabio frecuenta su casa. ¿Y qué hace? Desde dentro del palacio le muestra su rostro y su belleza, pero en seguida vuelve a su aposento y se esconde de nuevo. Sólo él la ve, y su corazón, su alma y todo su ser se sienten seducidos por ella. Así pues, la Torah se revela y esconde a la vez y está ebria de amor por el amado mientras suscita amor dentro de él. Ven y mira, esta es la senda de la Tora. 
[Zohar, Libro del Esplendor] 

1 Samuel 
Elcaná subía de año en año desde su ciudad para adorar y ofrecer sacrificios a Yahveh Sebaot en Silo. El día en que Elcaná sacrificaba, daba sendas porciones a su mujer Peniná y a cada uno de sus hijos e hijas, pero a Ana le daba solamente una porción, pues aunque era su preferida, Yahveh había cerrado su seno. Su rival la zahería y vejaba de continuo, porque Yahveh la había hecho estéril. Así sucedía año tras año; Ana lloraba de continuo y no quería comer. Elcaná su marido le decía: «Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué estás triste? ¿Es que no soy para ti mejor que diez hijos?» Pero después que hubieron comido en la habitación, se levantó Ana y se puso ante Yahveh. Estaba ella llena de amargura y oró a Yahveh llorando sin consuelo, e hizo este voto: «¡Oh Yahveh Sebaot! Si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y acordarte de mí, no olvidarte de tu sierva y darle un hijo varón, yo lo entregaré a Yahveh por todos los días de su vida y la navaja no tocará su cabeza». Como ella prolongase su oración ante Yahveh mientras rezaba y rezaba al Señor, el sacerdote Elí observaba sus labios. Y como Ana oraba en silencio, y no se oía su voz aunque movía los labios, Elí la creyó borracha y le dijo: «¿Hasta cuándo va a durar tu embriaguez?» Ana le respondió: «No, señor; soy una mujer acongojada; que desahogo mi alma ante Yahveh». Elí le respondió: «Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido». Ella dijo: «Que tu sierva halle gracia a tus ojos». Se fue la mujer por su camino, comió y no pareció ya la misma. Se levantaron de mañana y, después de haberse postrado ante Yahveh, regresaron, volviendo a su casa, en Ramá. Elcaná se unió a su mujer Ana y Yahveh se acordó de ella. Concibió Ana y llegado el tiempo dio a luz un niño a quien llamó Samuel, «porque, dijo, se lo he pedido a Yahveh». Cuando lo hubo destetado, lo subió consigo, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino, e hizo entrar en la casa de Yahveh, en Silo, al niño todavía muy pequeño. Inmolaron el novillo y llevaron el niño a Elí y ella dijo: «Óyeme, señor. Por tu vida, señor, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, orando a Yahveh». Este niño pedía yo y Yahveh me ha concedido la petición que le hice. Ahora yo se lo cedo a Yahveh por todos los días de su vida; está cedido a Yahveh». Y le dejó allí, a Yahveh
Esta es la escena inaugural de los libros de Samuel. Una mujer despreciada, acongojada, triste, estéril, pide la vida. Ana con su esposo sube cada año en peregrinación al templo de Silo para ofrecer sacrificios. Peregrina con regularidad, peregrina para encontrar al Señor con el pueblo que marcha hacia el santuario. En el templo Ana es huésped de Dios a quien habla. Allí vive momentos esenciales. En Silo tiene lugar el doble encuentro de Ana, que escucha las palabras de amor de su marido: ¿Acaso no valgo para ti más que diez hijos? Y que habla a Yahveh: Si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y acordarte de mí, no te olvidas de tu sierva y le das un hijo varón, yo lo entregaré a Yahveh por todos los días de su vida. 

Ana, dolorida y agobiada se rinde por completo a la confianza en Dios. Su corazón se derrama en lágrimas y gemidos silenciosos: Si he estado hablado hasta ahora, ha sido por pura congoja y aflicción. A menudo la aflicción abre a la interiorización y establece relaciones nuevas con los otros, con el Otro. Esta mujer descubre nuevos matices, más hondos, en su escucha a su marido y en su palabra de llanto y silencio, se encuentra con su Dios a quien presenta su dolor en suplicación esperanzada. Orar implica entrar en nuestro interior, hacer silencio, disponernos al encuentro, comunicarnos. Ana desea la vida y la pide a Dios; la pide con una amplitud que sobrepasa lo esperado. Ella quiere un hijo, una descendencia, no para ella ni para rivalizar con Peniná, sino para entregarlo a Dios. Samuel “pedido a Dios”, don de Dios, de nuevo es dado a Dios. La maternidad biológica es una experiencia de fecundidad venida de Dios. Ana “agraciada” será una estéril que da a luz a profusión, como lo reconoce en su cántico (1 Sam 2, 5), una mujer cuya esterilidad se hace fecunda con amplitud: Ana dio a luz tres hijos y dos hijas y el niño Samuel seguía creciendo ante el Señor (1 Sam 2, 20-21). 

Al salir del santuario Ana es otra: Se fue la mujer por su camino, comió y no pareció ya la misma. El desahogo ante Dios, la seguridad en El, transforma la vida. Yo me alegro en Ti de corazón…, estoy alegre, proclama en su cántico (1 Sam 2,1). Ahora Ana es distinta, camina erguida, levanta los ojos, marcha hacia su casa. 
Ana se pone de pie para aclamar a Dios: Mi corazón se regocija por el Señor, mi frente se levanta gracias al Señor (1 Sam 2,1). La súplica conduce a la alabanza. Alabanza y bendición al Señor porque es grande, porque su amor es eterno, porque escucha los gritos de los pobres, porque humilla y enaltece, porque es roca, baluarte, fortaleza. Porque perdona, consuela, anima, envía… 

Esta mujer anuncia tiempos nuevos. Subraya en su cántico luminoso (1 Sam 2,1-10) hasta qué punto Dios está en el origen de toda vida. La fecundidad de Ana se continúa de otras maneras. Lo que Ana encarna en su tiempo se desarrolla ampliamente. En el último versículo del cántico anuncia al ungido, al Mesías del Señor (1 Sam 2,10). Su cántico habrá de resonar en el cántico de María, el Magníficat, cuando visitó a su pariente Isabel. 

Que acogiendo el don de Dios al orar con su Palabra se realice lo que el profeta Jeremías experimentó: Tu Palabra me ha hecho profundamente feliz (Jr 15,16).