1 Corintios 1,10

"Os conjuro, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis todos un mismo hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio."
1 Corintios 1,10

Día de los inocentes

Alrededor del 28 de diciembre resulta cada vez más frecuente leer o escuchar en los medios de comunicación alguna alusión a la matanza de los inocentes, decretada por el rey Herodes y conmemorada litúrgicamente en dicha fecha, desposeyéndola de carácter histórico y convirtiéndola en un episodio, como mucho, de carácter simbólico. Generalmente, estas afirmaciones se sitúan en el contexto de un cuestionamiento de la historicidad de los evangelios de la infancia en su conjunto (San Mateo y San Lucas) y de la errónea contraposición entre un “Cristo de la historia” y un “Cristo de la fe”.
Podemos recordar algunos casos. Antonio Piñero, Catedrático de Filología del Nuevo Testamento de la Universidad Complutense y colaborador de Religión Digital decía en 2008, que «la matanza de los inocentes no existió, es una pura leyenda». En las navidades del 2011, a uno de los participantes en la tertulia del programa Así son las mañanas de la COPE, las inocentadas le parecían una deriva un tanto macabra tomada por esta celebración a pesar de recordarse «una leyenda» teóricamente referida a la muerte de miles niños «que nunca ocurrió». Para el ABC del 27 de diciembre de 2012 «Ningún documento histórico certifica este luctuoso hecho bíblico»; como si el Evangelio de San Mateo no fuera un “documento histórico” y, finalmente, dos años después el diario monárquico vuelve a la carga al dar cabida a un artículo en el que se desarrolla la tesis de que el monarca idumeo «empleó métodos brutales para mantener el poder en Judea, pero no fue ningún sádico y no autorizó ninguna matanza de recién nacidos. De hecho, Herodes sentó las bases para el esplendor económico de su reino y lo abrió a la romanización».
La cuestión viene de lejos y tiene más importancia de la que a primera instancia pudiera pensarse; en primer lugar porque en el trasfondo laten aspectos como la propia historicidad, no solo de los relatos de la infancia o del episodio de la adoración de los Magos —inseparable éste de la matanza de los inocentes— sino de todos los Evangelios.
Pero sobre todo, porque más que de dificultades de carácter científico que impidan ratificar la veracidad del suceso, nos encontramos, con la radical incomodidad que éste provoca. Y es que no deja de ser acusado el contraste entre la religiosidad moderna —eminentemente antropocéntrica— con el hecho de que el nacimiento del Hijo de Dios encarnado vaya acompañado de un derramamiento de sangre que convierte en testigos de Cristo a unos niños inocentes. El propio dramatismo de la escena ha inspirado innumerables representaciones gráficas de los pequeños arrancados de los brazos de sus madres, cayendo bajo los golpes de espada de los soldados de Herodes.

Objeciones rebatidas

Podemos dividir en dos grandes grupos las objeciones a la historicidad de la matanza: las más clásicas, de carácter “historicista” y las vinculadas a posiciones que niegan la historicidad de los evangelios de la infancia desde perspectivas que pudiéramos denominar “teológicas”.

Argumentos historicistas
Las razones históricas aducidas se apoyan únicamente en el silencio de los historiadores romanos y judíos, particularmente de Flavio Josefo que relata el reinado de Herodes extensamente en sus Antigüedades judaicas.
Quienes dan tanta importancia al silencio de los historiadores antiguos, necesitan al mismo tiempo negar la validez histórica de la noticia transmitida solamente por San Mateo, a quien la tradición cristiana considera autor del primer Evangelio a partir de testimonios como los de Papías y San Jerónimo. Sin olvidar la propia credibilidad histórica común a todos los relatos evangélicos por su condición inspirada, podemos añadir que el Evangelio de San Mateo enlaza con las fuentes de la primera comunidad cristiana en Palestina y su autor fue discípulo desde los comienzos, de ahí su alto valor como testimonio histórico que no cabe menospreciar de entrada.
Por otro lado, la verdadera magnitud del suceso nos ayuda a entender que prescindieran de él autores como Josefo, más atento a las vicisitudes que afectaban a los protagonistas históricos de mayor rango. Precisamente sobre este argumento se sostiene la falacia defendida desde las páginas citadas de ABC en las que se afirma que «aunque hubiera tenido lugar la matanza, no pudo tener las dimensiones descritas en la Biblia», cuando San Mateo relata lacónicamente el suceso sin ninguna especificación en cuanto a sus dimensiones.
Es cierto que algunos comentaristas antiguos proporcionaron cifras simbólicas y carentes de cualquier fundamento histórico pero una atenta consideración de los hechos nos sitúa mucho más cerca de la realidad. Belén en tiempos de Jesucristo era una pequeña aldea que, más allá de su significado religioso como cuna de la estirpe de David, carecía de cualquier importancia económica y política. Si pensamos en unos mil habitantes (como parece deducirse de Miq 5, 2), cabe pensar en unos treinta nacidos por año, de los que habría que descontar las niñas por lo que hoy se coincide en pensar que los inocentes asesinados por orden de Herodes se pudieron situar en torno a catorce. Tal vez algunos más en proporción, si la población de Belén —como piensan otros— se situaba en torno a los dos o tres mil habitantes.
Escasa importancia podía tener la muerte de unos pocos niños para aquéllos que nos transmiten el carácter cruel y sanguinario del reyezuelo idumeo que no dudó en aniquilar a cuantos pretendieron interponerse en su camino o disputarle el trono, fueran éstos enemigos o parientes. Por ejemplo, cuando subió al trono de Jerusalén, hizo matar a cuarenta y cinco partidarios de su rival Antígono, así como a numerosos miembros del Sanedrín. Y al final de su vida, ordenó que fueran ejecutados unos notables del reino para que las gentes de Judea, lo quisieran o no, lloraran su muerte. «Puesto que había oído que entre los niños que con menos de dos años ordenó matar en Siria el rey de los judíos, Herodes, había muerto incluso un hijo suyo, dijo: “Es mejor ser un cerdo de Herodes que un hijo”», frase que Macrobio (fin. s. IV) en sus Saturnales pone en labios de Octavio Augusto, jugando con la similitud de las palabras griegas “hijo” (“hyios”) y “cerdo” (“hys”), puesto que los judíos tenían prohibido el consumo de éste (cfr. Mª Consolación GRANADOS FERNÁNDEZ, “¿Mateo evangelista en Macrobio, Sat.II, 4, 11?”, Emerita 49 (1981) págs. 361-363).

Argumentos teológicos
A pesar del escaso peso de las objeciones historicistas, en realidad éstas han servido de apoyo a un cuestionamiento de mayor calado que viene a atribuir, de manera general los Evangelios y más en particular los relatos de la infancia, al resultado de una intensa y profunda elaboración teológica.
Al margen de cualquier referencia real, nos encontraríamos con proclamaciones de la fe en Jesús propias de comunidades cristianas tardías pues la única manera de justificar este proceso es retrasando arbitrariamente la composición del Evangelio de San Mateo hasta los años 75-80 cuando su redacción, de acuerdo con la sentencia más probable, puede situarse en torno al 50 (Cfr. Ioh. PRADO, Praelectionum biblicarum compendium, III, Madrid: Perpetuo Socorro, 1952, págs. 23-24). Acerca del autor, del tiempo de composición y de la verdad histórica del Evangelio según San Mateo, las Respuestas de la Comisión Bíblica, de 18 de junio de 1911 (Enrique DENZINGER, Magisterio de la Iglesia, Barcelona: Herder, 1963, nº 2149-2151):
«II. Si ha de considerarse como suficientemente apoyada en la tradición la sentencia que sostiene que Mateo precedió a los demás Evangelistas en escribir y que escribió el primer Evangelio en la lengua patria usada entonces por los judíos palestinenses, a quienes fue dirigida la obra.

Resp.: Afirmativamente, en cuanto a las dos partes.

III. Si la redacción de este texto original puede aplazarse más allá de la fecha de la ruina de Jerusalén, de suerte que los vaticinios que en él se leen sobre la misma ruina, hayan sido escritos después del suceso; o si el testimonio que suele alegarse de Ireneo [Adv. haer. 3, 1, 2], de interpretación incierta y controvertida, haya de considerarse de tanto peso que obligue a rechazar la sentencia de aquellos que creen, más conformemente con la tradición, que dicha redacción estaba ya terminada antes de la venida de Pablo a Roma.

Resp.: Negativamente a las dos partes.

Las objeciones pseudo-teológicas han sido propuestas de diversas maneras y con mayor o menor radicalidad, pero todas parten de un argumento común: subrayar la identidad entre el episodio que estamos comentando con un motivo legendario presuntamente común a las infancias de los héroes.
Ahora bien, de acuerdo con los estudios de Salvador Muñoz Iglesias, de los paralelismos propuestos el único atendible es el que relaciona el relato de Mateo con el del Éxodo:

«El relato canónico del Éxodo refiere que Moisés, el futuro Libertador, fue librado del exterminio decretado por el Faraón, gracias a la estratagema de la exposición en un cestillo de mimbres sobre las aguas del Nilo. Posteriormente, siendo ya mayor, escapó por segunda vez de la muerte, huyendo a Madian. Las tradiciones recogidas en el Targúm de Jerusalén, en la Crónica de Moisés, en el Midras Rabbah y en las Antigüedades judaicas de Josefo relacionan el decreto del Faraón con un sueño o con la predicción de un escriba que anuncian el nacimiento de un Caudillo Libertador del pueblo hebreo» (cfr. Salvador MUÑOZ IGLESIAS, “Los Evangelios de la Infancia y las infancias de los héroes”, Estudios Bíblicos 16 (1957) 5-36; “El género literario del Evangelio de la Infancia en San Mateo”, ib. 17 (1958) 243-273).

El primer Evangelio fue compuesto para una comunidad cristiana de origen judío y por ello se subraya el cumplimiento de las profecías así como la reprobación del viejo Israel. A largo de todo el Evangelio de la infancia, San Mateo demuestra que Cristo cumple las profecías mesiánicas: es el hijo de David, nacido de una Virgen en Belén, luz de las gentes y objeto de una gran hostilidad de la cual saldrá finalmente vencedor. A la hora de transmitir el episodio que estamos comentando, utiliza paralelismos que tienden a demostrar que Jesús es el auténtico y definitivo salvador mesiánico, cuyo tipo y figura fue el protagonista del Éxodo sin que los paralelismos obsten para la fundamento histórico de fondo al tiempo que las diferencias con el modelo avalan dicha credibilidad.
En cuanto a la historicidad del Evangelio de San Mateo, responde la citada Comisión Bíblica (Enrique DENZINGER, ob.cit., nº 2153-2154):

«VI. Si por el hecho de que el autor del primer Evangelio persigue principalmente un fin apologético y dogmático, es decir, demostrar a los judíos que Jesús es el Mesías anunciado de antemano por los profetas y nacido de la estirpe de David, y que además no siempre guarda el orden cronológico en la disposición de los hechos y dichos que narra y refiere, puede de ahí deducirse que no han de tomarse como verdaderos tales dichos y hechos; o si puede también afirmarse que los relatos de los hechos y discursos de Cristo que se leen en el mismo Evangelio, han sufrido alguna alteración y adaptación bajo el influjo de las profecías del Antiguo Testamento y del más adelantado estado de la Iglesia, y que, por ende, no están conformes con la verdad histórica.

Resp.: Negativamente a las dos partes.

VII. Si deben especialmente considerarse con razón destituidas de sólido fundamento las opiniones de aquellos que ponen en duda la autenticidad histórica de los dos primeros capítulos en que se narran la genealogía e infancia de Cristo, así como la de algunas sentencias de grande importancia en materia dogmática, como son las que se refieren al primado de Pedro [Mt. 16, 17-19], a la forma del bautismo con la universal misión de predicar confiada a los Apóstoles [Mt. 28, 19-20], a la profesión de fe de los Apóstoles en la divinidad de Jesucristo [Mt. 14, 33] y a otros puntos por el estilo que aparecen en Mateo enunciados de modo peculiar.

Resp.: Afirmativamente».

De la historia a la Liturgia

Podemos concluir recordando cómo los relatos evangélicos de la infancia de Jesucristo contienen una narración de verdades fundamentales: su ascendencia davídica, su concepción virginal, el nacimiento en Belén…, y, en última instancia, su misma divinidad. Por tanto, la historicidad del conjunto, y la de cada uno de los episodios de que constan, es algo que afecta al núcleo de la fe misma; y ha sido constantemente afirmada por la Iglesia.
Por otra parte, esos relatos forman una unidad con los Evangelios respectivos, y su historicidad está apoyada, en el terreno de la crítica, por las mismas razones que la de dichos libros en su conjunto, lo que no impide precisar el género literario de esos capítulos, para obtener así una mayor comprensión de los mismos. Poco, sin embargo se puede avanzar por este camino más allá de recalcar determinadas dependencias literarias sin que ello vaya en detrimento de su carácter histórico.
Otra prueba de que la Iglesia lo ha considerado así, es la celebración de una fiesta dedicada a estas primicias de los mártires de Cristo. Su origen está en el norte de África, en el siglo V pasó a Roma, y desde allí se extendió al resto de la Cristiandad quedando fijada durante la Edad Media en el 28 de diciembre.
Y con los versos inspiradísimos del Himno “Salvéte flores Mártyrum”, canta la liturgia a estos niños, sin nombre ni rostro, que parecen alegrar el Cielo con la eterna alegría de haberse acercado “ad Deum qui laetificat iuventutem meam” — “al Dios que es la alegría de mi juventud” (Sal 42).

Salve, flores de los Mártires,
que en el mismo umbral de la vida
fuisteis arrebatados por el perseguidor de Cristo, 
cual rosas nacientes por el huracán.
Vosotros sois las primeras víctimas de Cristo,
los tiernos corderos inmolados
por Él, y jugáis, inocentes,
ante su altar con la palma y la corona.


Padre Ángel David Martín Rubio

Los milagros

El milagro es un hecho extraordinario no explicable por las leyes de la Naturaleza que manifiesta la intervención, la huella, de Dios, confirmando una actuación santa, mostrando la misericordia, la providencia o la justicia de Dios, confirmando como venidos de Dios unos hechos o unas palabras, o para cualquier otro fin bueno, ya que todo lo que viene de Dios es bueno. El milagro mayor no es el físico sino el interior, el del corazón, el de las conversiones y las gracias espirituales. Hay santos que nunca hicieron ningún milagro, como por ejemplo Santa Teresita del Niño Jesús, que sin embargo fue una gran santa en su sencillez.

Y pueden ocurrir hechos extraordinarios que superen las leyes de la Naturaleza que no procedan de Dios, sino de intervenciones diabólicas, pero entonces nunca vendrán acompañadas de santidad, ni de misericordia, ni de justicia. La posibilidad de que las fuerzas del mal hagan "señales y prodigios" viene confirmada por la Biblia (San Marcos 13, 22) que hablando de los días en que habrá una tribulación tal como no la hubo desde el principio de la Creación, nos dice "Porque se levantarán falsos mesías y falsos profetas y harán falsas señales y prodigios para inducir a error, si fuera posible, aun a los elegidos".

Pongamos un ejemplo de milagro auténtico: Una mujer, Teresa Munné, de un pueblo de Tarragona, sufría mucho por una enfermedad mortal que le produjo un gran agujero en la espalda y que los médicos diagnosticaron como un tipo de cáncer de huesos incurable. Esta mujer aceptaba el sufrimiento y lo ofrecía por la conversión de sus hijos y de su marido que no creían. Dice ella que no pedía su curación, sino la fe para sus familiares. Y fue a Lourdes y se curó completamente, después de sumergirse en la piscina de agua: el agujero de la espalda se le llenó de carne nueva, y a raíz de ello sus hijos creyeron (su marido ya había vuelto a la fe debido a un hecho también prodigioso). En este caso hay una actuación santa, la de esta mujer que acepta el sufrimiento y lo ofrece para que sus familiares crean, no pidiendo ni siquiera su curación y un hecho extraordinario - su curación - que rebasa las leyes de la Naturaleza (ningún médico valorará como normal que en un abrir y cerrar de ojos un agujero del cuerpo se llene de carne nueva) y que sirve a la vez para lograr lo que ella pedía al Señor a través de la Virgen María: sus hijos al ver el milagro creen:

Este es un auténtico milagro porque confirma una actuación santa y es una muestra de la misericordia de Dios tanto para el cuerpo de Teresa como para las almas de sus hijos. (En cambio, si un hecho extraordinario sirve para respaldar una actuación o una doctrina malvadas podemos estar seguros de que no es tal milagro, de que no viene de Dios, sino del demonio, caso de ser verdaderamente un hecho extraordinario).

El significado de los números en la biblia.

Para nosotros los números tienen un significado muy distinto a los números que leemos en la Biblia.

En la Biblia los números tienen tres significados distintos: cantidad, simbolismo y mensaje.











Primer sentido:
LA CANTIDAD

Es un significado parecido al nuestro. Por ejemplo veamos:
1Rey 18, 1 2 Rey 22,1
1 Rey 4, 7 Jn 11,18 .Estos números no son simbólicos ni encierran ningún mensaje oculto. Simple y llanamente se refieren a la cantidad de años, personas o distancia mencionadas en el texto.

En este significado no hay lugar para la confusión: lo que el número dice es lo que quería decir el autor.


Segundo sentido:
EL SIMBOLISMO

Un número simbólico es aquel que no indica una cantidad, sino que expresa una idea, un mensaje distinto de él, que lo supera y lo desborda.

No siempre es posible saber por qué tal número significa "tal" cosa. La asociación entre ambas realidades a veces es desconocida. Para nosotros los occidentales esto es difícil de entender, pero los semitas los usaban con toda naturalidad para transmitir ideas, mensajes o claves.

La Biblia no explica nunca qué simboliza cada número, pero los estudiosos han llegado a averiguar algunos de sus simbolismos y han podido aclarar muchos episodios bíblicos.

  • El número 1 simboliza a Dios, que es único. Por ello indica exclusividad, primado, excelencia: Mt 19,17 Mt 19,17 Mt 19,6
    En 10,30 Gál 3,28 Ef 4,5 En todos estos casos, el uno simboliza el ámbito divino.
  • El número 2 representa al hombre, pues en él hay siempre dualidad, división interior por culpa del pecado. Mt 20,30 Mt 26,60
  • El número 3 representa "totalidad", quizá porque 3 son las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. Decir 3 equivale a decir "la totalidad" o "siempre". Gn 6,10 Mt 26,34 Is 6,3
  • El número 4 en la Biblia simboliza el cosmos, el mundo, ya que son 4 los puntos cardinales. Cuando se dice que en el Paraíso había 4 ríos (Gn 4,10) significa que todo el cosmos era un Paraíso antes del pecado de Adán y Eva. O sea, no se trata de un sitio determinado, aunque algunos continúen buscando dónde estaba. Ez 37,9 Apoc 4,6
  • El número 5 significa "algunos", "unos cuantos", una cantidad indefinida. Así, se dice que en la multiplicación de los panes Jesús tomó 5 panes (=algunos panes). Que en el mercado se venden 5 pajarillos por dos monedas (=algunos pajaritos)... 1 Cor 14,19
  • El número 7 tiene el simbolismo más conocido de todos. Representa la perfección. Por eso Jesús dirá a Pedro que debe perdonar a su hermano hasta 70 veces 7. También puede expresar la perfección del mal, o el sumo mal, como cuando Jesús enseña que si un espíritu inmundo sale de un hombre puede regresar con otros 7 espíritus peores, o cuando el evangelio cuenta que el Señor expulsó 7 demonios de la Magdalena.
    El Apocalipsis es el que más lo emplea: 54 veces para describir simbólicamente las realidades divinas: las 7 Iglesia del Asia, los 7 espíritus del trono de Dios, las 7 trompetas, los 7 candeleros, los 7 cuernos, etc.
    La tradición cristiana continuó este simbolismo del 7, y por eso fijó en 7 los sacramentos, los dones del Espíritu Santo, las virtudes.
  • El número 10 tiene un valor que sirve para recordar. Al ser 10 los dedos de las manos, resulta fácil recordar esta cifra. Por eso figuran como 10 los mandamientos que Yahvé dio a Moisés (podrían haber sido más), y 10 las plagas que azotaron a Egipto. También por esta razón se ponen sólo 10 antepasados entre Adán y Noé, y 10 entre Noé y Abraham, aun cuando sabemos que existieron muchos más.
  • El número 12 es también simbólico. Significa "elección". Por eso se hablará de las 12 tribus de Israel, cuando en realidad el Antiguo Testamento menciona más de 12; pero con esto se quiere decir que eran tribus "elegidas". Igualmente se agruparán en 12 a los profetas menores del Antiguo Testamento. También el Evangelio mencionará 12 apóstoles de Jesús, que resultan ser más de 12. Si comparamos sus nombres; pero se los llama "Los Doce" porque son los elegidos del Señor. Asimismo Jesús asegura tener 12 legiones de ángeles a su disposición (Mt 26,53).
    El Apocalipsis hablará de 12 estrellas que coronan a la Mujer, 12 puertas de Jerusalén, 12 ángeles, 12 frutos del árbol de la vida.
  • El número 40 tiene también valor simbólico. Representa el "cambio", de un período a otro, los años de una generación. Por eso el diluvio dura 40 días y 40 noches (pues es el cambio hacia una nueva humanidad). Los israelitas están 40 años en el desierto (hasta que cambia la generación infiel por otra nueva). Moisés permanece 40 días en el monte Sinaí, y Elías peregrina otros 40 días hasta allí (a partir de lo cual sus vidas cambiarán). Jesús ayunará 40 días (porque es el cambio de su vida privada a su vida pública).
  • El número 1.000 significa multitud, gran cantidad: Dan 5,1 Salm 90, 1 Rey 3,4 1 Rey 11,3.
  • A veces este número puede entrar en combinación con otros. Así, en el Apocalipsis dice simbólicamente que al final del mundo se salvarán 144.000 elegidos, porque es la combinación de 12 x12 x1.000, y significan los elegidos del Antiguo Testamento (12), y los elegidos del Nuevo Testamento (12), en una gran cantidad (x1.000).
  • Quedan otros números simbólicos como el 70. San Lucas dice que Jesús eligió a 70 discípulos para enviarlos a todos los lugares y sitios por donde él tenía que pasar (Lc 10,1). No está dando una cifra real, sino simbólica, ya que según Gén 10, el total de los pueblos y naciones que existían en el mundo era 70. Cuando Lucas dice esto, lo que quiso decir es que los mandó para que el evangelio llegara a todas las naciones del mundo.
  • También vemos otra cifra en Jn 21,11 ¿Por qué tanto interés en dejar registrado el número de 153 peces? Es que en la antigüedad se creía, entre los pescadores, que 153 era el número de peces que existía en los mares. El mensaje es claro: Jesús vino a salvar a gente de todas las naciones, razas y pueblos del mundo.

No todos los números en la Biblia son simbólicos, ante cada cifra tenemos que preguntarnos ¿esta cifra indica cantidad o encierra un mensaje?


Tercer sentido:
EL MENSAJE (sentido gemátrico).

En las lenguas hebrea y griega las letras tienen un valor numérico. Así el 1 sería la A, el 2 la B, etc.
El número obtenido con la combinación de letras se llama gemátrico. En cada cifra podía haber escondida una palabra. La Biblia trae varios ejemplos de estos números gemátricos.

Por ejemplo: Cuando salieron los israelitas de Egipto dicen que salieron 603.550 hombres, sin contar mujeres y niños, pero si sustituimos las letras de la frase "todos los hijos de Israel" (en hebreo: rs kl bny ysr´l) por sus correspondientes valores numéricos da precisamente 603.550, con lo cual lo que están diciendo es que salieron "todos los hijos de Israel".

Mt 1,17 divide a los antepasados de Jesús en tres series de 14 generaciones cada una. Pero esto es imposible. Mateo sólo pone tres nombres para cubrir los 430 años de esclavitud en Egipto. Lo que ocurrió fue que cogieron el nombre de David (D=4+V=6+D=4=14) Y como se esperaba que el Mesías fuera descendiente de David, el evangelista quiso decir que Jesús es el "triple David", el Mesías total, verdadero descendiente de David.

El más conocido de estos números gemátricos es el famoso 666 en Apocalipsis 13,18. El mismo libro aclara que se trata de la cifra de un hombre. Ese hombre es el emperador Nerón. Si transcribimos "Nerón César" en hebreo obtenemos: N=50+R=200+W=6+N=50+Q=100+S=60+R=200= 666.


ARIEL ÁLVAREZ VALDÉS

Fuente: AQUÍ

Los Sacramentos

He aquí, los fundamentos acerca de los Sacramentos

1-Bautismo:
“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id pues, enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (Mt. 28, 18-19).

2-Confirmación:
“Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran al Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían al Espíritu Santo”. (Hech. 8, 15-17; 19, 5-6)..

3-Reconciliación:
Después de la Resurrección estaban reunidos los apóstoles – con las puertas cerradas por miedo a los judíos – se les aparece Jesús y les dice: “La paz con vosotros. Como el Padre me envío, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedaran perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. (Jn. 20, 21-23).

4-Eucaristía:
Después, tomo el pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:”Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Después de la Cena, hizo lo mismo con la copa. Dijo:”Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes”. (Lc. 22, 19-20).

5-Orden sacerdotal:
“La paz con vosotros. Como el Padre me envío, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedaran perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. (Jn. 20, 21-23)

“Hagan esto en memoria mía”. (Lc 22, 19)

6-Matrimonio:
“No habéis leído, como Él que creó al hombre al principio, lo hizo varón y mujer? Y dijo: por ello dejará a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne”. (Mt. 19, 4-5).
“Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. (Mt. 19, 6)..

7-Unción de los enfermos:
“que en Su nombre……. impondrán las manos sobre los enfermos….” (Mc. 16, 17-18).
“¡Sanad a los enfermos!” (Mt. 10, 8).


Los Siete Sacramentos en la Biblia:


Una lectora amablemente ha enviado un conjunto de de textos bíblicos relacionados con los Siete Sacramentos, que ha anotado luego de una charla del Doctor Fernando Casanova. Sin duda una completa referencia a tener en cuenta a la hora de explicarlos.

BAUTISMO

Mt. 28, 19
“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,”

Mc. 16, 16
“El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.”

Jn. 3, 5
“Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.»”

Hch. 2, 38
“Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo;»”

Hch. 16, 15
“Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: «Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa.» Y nos obligó a ir.”

Hch. 16, 33
“En aquella misma hora de la noche el carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él y todos los suyos.”

Hch. 22, 16
“Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre.”

Rom. 5, 3-4
“¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte?”

1 Cor. 1, 13-16
“¿Esta dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? ¡Doy gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de vosotros fuera de Crispo y Gayo! Así, nadie puede decir que habéis sido bautizados en mi nombre. ¡Ah, sí!, también bauticé a la familia de Estéfanas. Por lo demás, no creo haber bautizado a ningún otro.”

1 Cor. 6, 11
“Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.”

Col. 2, 12
“Sepultados con Él en el bautismo, con Él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que resucitó de entre los muertos.”

Tit. 3, 5
“Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo,”

1 Pe 3, 21
“a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo,”

CONFIRMACIÓN

Sab. 9, 17
“Y ¿quién habría conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría y no le hubieses enviado de lo alto tu espíritu santo?”

Hch. 8, 14-17
“Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.”

Hch. 13, 2-3
“Mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado.» Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y les enviaron.”

Hch. 19, 1-6
“Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso donde encontró algunos discípulos; les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?» Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.» Él replicó: «¿Pues qué bautismo habéis recibido?». «El bautismo de Juan», respondieron. Pablo añadió: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, o sea en Jesús.» Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.”

2 Cor. 1, 21-22
“Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones.”

Ef. 1, 13
“En Él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa,”

Heb. 6, 1-2
“Por eso, dejando aparte la enseñanza elemental acerca de Cristo, elevémosnos a lo perfecto, sin reiterar los temas fundamentales del arrepentimiento de las obras muertas y de la fe en Dios; de la instrucción sobre los bautismos y de la imposición de las manos; de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.”

EUCARISTÍA

Mt. 26, 26-28
“Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.»”

Mc. 14, 22-24
“Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio, y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.»”

Lc. 22, 19-20
“Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.»”

Jn. 6, 30-35
“Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: «Pan del cielo les dio a comer.» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.» Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.»”

Jn. 6, 48-58
“«Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»”

1 Cor. 10, 16
“La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan.”

1 Cor. 11, 23-29
“Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo.”

RECONCILIACIÓN

Mt. 16, 19
“A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la Tierra quedará atado en los Cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los Cielos.”

Mt. 18, 18
“Yo os aseguro: todo lo que atéis en la Tierra quedará atado en el Cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el Cielo.”

Lc. 15, 18-19
“Me levantaré, iré a mi padre y le diré: «Padre, pequé contra el Cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.»”

Jn. 20, 21-23
“Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»”

Hch. 19, 18
“Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.”

1 Cor. 5, 3-5
“Pues bien, yo por mi parte corporalmente ausente, pero presente en espíritu, he juzgado ya, como si me hallara presente, al que así obró: que en nombre del Señor Jesús, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de Jesús Señor nuestro, sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu se salve en el Día del Señor.”

2 Cor. 2, 6-11
“Bastante es para ese tal el castigo infligido por la comunidad, por lo que es mejor, por el contrario, que le perdonéis y le animéis no sea que se vea ése hundido en una excesiva tristeza. Os suplico, pues, que reavivéis la caridad para con él. Pues también os escribí con la intención de probaros y ver si vuestra obediencia era perfecta.
Y a quien vosotros perdonéis, también yo le perdono. Pues lo que yo perdoné -si algo he perdonado- fue por vosotros en presencia de Cristo, para que no seamos engañados por Satanás, pues no ignoramos sus propósitos.”

2 Cor. 5, 18-20
“Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!”

Sgo. 5, 16
“Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.”

1 Jn. 1, 8-9
“Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.”

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

Mc. 6, 5
“Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos.”

Mc. 6, 12-13
“Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.”

Lc. 13, 12-13
“Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.”

Hch. 9, 17-18
“Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.» Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; se levantó y fue bautizado.”

1 Cor. 12, 9
“a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu;”

1 Cor. 12, 30
“¿Todos con carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?”

Sgo. 5, 14-15
“¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.”

ORDEN SACERDOTAL

Mt. 18, 18
“Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.”

Lc. 10, 16
“Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.”

Lc. 22, 19
“Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»”

Lc. 24, 47
“y se predicará en Su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.”

Jn. 12, 20-22
“Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.”

Jn. 15, 5
“Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.”

Hch. 6, 6
“los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.”

Hch. 15, 2-6
“Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión. Ellos, pues, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos los hermanos. Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto.”

Hch. 20, 17
“Desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.”

Hch. 20, 28
“Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.”

Hch. 21, 18
“Al día siguiente Pablo, con todos nosotros, fue a casa de Santiago; se reunieron también todos los presbíteros.”

1 Tim. 3, 1
“Es cierta esta afirmación: Si alguno aspira al cargo de epíscopo, desea una noble función.”

1 Tim. 4, 14
“No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros.”

1 Tim. 5, 17
“Los presbíteros que ejercen bien su cargo merecen doble remuneración, principalmente los que se afanan en la predicación y en la enseñanza.”

2 Tim. 1, 6
“Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.”

Tit. 1, 5
“El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené.”

1 Pe. 5, 1
“A los ancianos que están entre vosotros les exhorto yo, anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que está para manifestarse.”

MATRIMONIO

Gén. 1, 26-28
“Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»”

Gén. 2, 18-25
“Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.”

Mt. 5, 31-32
“También se dijo: ‘El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.’ Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto en caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.”

Mt. 19, 3-9
“Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?» Él respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, ‘los hizo varón y hembra’, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?’ De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.» Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?» Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio.»”

Mc. 10, 2-12
“Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?»
Él les respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?» Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.» Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto.
Pero desde el comienzo de la creación, ‘Él los hizo varón y hembra.’ ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.’ Pues bién, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.» Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.»”

Lc. 16, 18
“Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio.”

Rom. 7, 2-3
“Así, la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras éste vive; mas, una vez muerto el marido, se ve libre de la ley del marido. Por eso, mientras vive el marido, será llamada adultera si se une a otro hombre; pero si muere el marido, queda libre de la ley, de forma que no es adultera si se casa con otro.”

1 Cor. 7, 1-15
“En cuanto a lo que me habéis escrito, bien le está al hombre abstenerse de mujer. No obstante, por razón de la impureza, tenga cada hombre su mujer, y cada mujer su marido. Que el marido dé a su mujer lo que debe y la mujer de igual modo a su marido. No dispone la mujer de su cuerpo, sino el marido. Igualmente, el marido no dispone de su cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro sino de mutuo acuerdo, por cierto tiempo, para daros a la oración; luego, volved a estar juntos, para que Satanás no os tiente por vuestra incontinencia. Lo que os digo es una concesión, no un mandato. Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra. No obstante, digo a los célibes y a las viudas: Bien les está quedarse como yo. Pero si no pueden contenerse, que se casen; mejor es casarse que abrasarse. En cuanto a los casados, les ordeno, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido, mas en el caso de separarse, que no vuelva a casarse, o que se reconcilie con su marido, y que el marido no despida a su mujer. En cuanto a los demás, digo yo, no el Señor: Si un hermano tiene una mujer no creyente y ella consiente en vivir con él, no la despida. Y si una mujer tiene un marido no creyente y él consiente en vivir con ella, no le despida. Pues el marido no creyente queda santificado por su mujer, y la mujer no creyente queda santificada por el marido creyente. De otro modo, vuestros hijos serían impuros, mas ahora son santos. Pero si la parte no creyente quiere separarse, que se separe, en ese caso el hermano o la hermana no están ligados: para vivir en paz os llamó el Señor.”

1 Cor. 7, 39
“La mujer está ligada a su marido mientras él viva; mas una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero sólo en el Señor.”

Ef. 5, 3
“La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos.”

Ef. 5, 5
“Porque tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso -que es ser idólatra- participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios.”

Ef. 5, 21-33
“Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo. Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo. ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne.’ Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia. En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.”

Heb. 13, 4
“Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.”

1 Pe. 3, 1-7
“Igualmente, vosotras, mujeres, sed sumisas a vuestros maridos para que, si incluso algunos no creen en la Palabra, sean ganados no por las palabras sino por la conducta de sus mujeres, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa. Que vuestro adorno no esté en el exterior, en peinados, joyas y modas, sino en lo oculto del corazón, en la incorruptibilidad de un alma dulce y serena: esto es precioso ante Dios. Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sumisas a sus maridos; así obedeció Sara a Abraham, llamándole ‘Señor’. De ella os hacéis hijas cuando obráis bien, sin tener ningún temor. De igual manera vosotros, maridos, en la vida común sed comprensivos con la mujer que es un ser más frágil, tributándoles honor como coherederas que son también de la gracia de Vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo.”

La Iglesia: ¿Existe Cristo sin Iglesia?

"Jesús ama tanto su Iglesia que se entregó por ella, no debemos decir que amamos a Jesús pero despreciamos su Iglesia."


El problema surge cuando se dice, supuestamente, creer en Jesucristo y con eso ser suficiente. No habiendo necesidad de Iglesia.
Con la diferencia que en la sagrada escritura no se encuentra un cristo sin Iglesia.
Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre dio su vida en la Cruz para salvar a los hombres del pecado y el poder del demonio. Fundó su Iglesia para continuar su obra de salvación aquí en la tierra.
Como podremos ver a continuación:



por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero.
Bajo sus pies sometió todas la cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia,
que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo.
Efesios 1,21-23
para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora manifestada a los Principados y a las Potestades en los cielos, mediante la Iglesia, conforme al previo designio eterno que realizó en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Efesios 3,10-11

Los poderes del mundo de arriba se van a manifestar en y por la Iglesia la multiforme y sabiduría de Dios:
a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén.
Efesios 3,21
 A Jesucristo se le rinde gloria en y por la Iglesia:
pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.
1Timoteo 3,15

Nos da a conocer la palabra de Dios que la Iglesia es pilar y base de la verdad.
El mismo Jesucristo, refiriéndose a la Iglesia
Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida.Y si tampoco lo hace con la Iglesia, será para ti como un pagano o un publicano.
desde Mateo 18,17.
 El Apóstol Pablo en su encuentro con Jesucristo descubre algo importantísimo.
Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén.
Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?»
El respondió: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Hechos 9,1-5

El llamado de Jesucristo al apóstol es porque me persigues. Claramente Pablo perseguía a la Iglesia y es donde nos damos cuenta que el mismo Jesucristo se hace uno con la Iglesia.

La iglesia tiene la bendición de Jesús:
Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.
Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada.
Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo.
No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno.
Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad.
Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo.
Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.
No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno:
yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Juan 17,11-23

Jesús ama su Iglesia tanto que se entrego por ella, no podemos decir que amamos a Jesús pero despreciamos su Iglesia:
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada.
Efesios 5,25-27
La Iglesia es visible:
Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? O ¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? ¿Todos con carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?
1 Corintios 12,27-30

Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu.
Efesios 2,19-22

Asi que no se puede decir, acepto a Jesucristo y rechazo su cuerpo. Sabemos que Jesucristo es la cabeza, claro esta que están perdidos quienes no acepten la verdad que no hay Cristo sin Iglesia.
Rechazar la Iglesia es rechazar a Jesucristo mismo.

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Autor: Jose Galeno

Libre interpretación de la Biblia

1_ EL PROTESTANTISMO DICE QUE CREEN SOLO EN LA BIBLIA PORQUE ES LA PALABRA DE DIOS.
Esto suena muy bien, pero vamos a evidenciar que:

  • A- esto no es cierto.
  • B- tal afirmación va en contra de la razón
  • C- va también contra la misma Biblia.

En primer lugar: ¿quién dijo que la Biblia es la palabra de Dios?
Por si usted no lo sabe, fue la lglesia católica, la que estableció el Canon o la lista de los libros que componen el Nuevo Testamento. Entre todos los libros que se escribieron en aquel tiempo, la Iglesia Católica declaró cuáles eran inspirados y cuáles no, en el año 393 en el Concilio de Nipona, y en el año 397 en el Concilio de Cartago.
Dice Lutero, fundador del Protestantismo, que la Biblia, -y ella sola- es la religión de los protestantes.
Que las Escrituras son por sí mismas, ciertas, sencillas claras e intérpretes propias, a sus ojos la Autoridad de las Escrituras no necesita ser confirmada por la iglesia, sino que se impone al creyente por un testimonio interno.

Es evidente la dificultad que todo esto encierra y pasemos a demostrar que:
A. No es cierto que los protestantes crean solo en la Biblia.
Si creen solo en la Biblia, ¿por qué aceptan la fórmula del Credo Católico? el contenido de él está en la Biblia, pero la fórmula NO, está en la Iglesia Católica.
Si creen solo en la Biblia, ¿por qué no aceptan el descanso el sábado como lo ordena la Biblia, sino el domingo instituido por la Iglesia Católica? ¿De dónde sacaron que nada más hay que creer en la Biblia? Esto no se encuentra en toda la Biblia, y aunque sí se encontrara, ¿Ya a aceptar la razón el que la Biblia se dé autoridad y se garantice a sí misma? ¿Y cómo sabe el protestante cual es la verdadera Biblia y la mejor traducción, ya que todas varían tanto, pues basta cambiar una palabra o un acento como lo hizo Lutero, para cambiar el sentido de una enseñanza, sino creyendo en la palabra de su pastor?
Por no aceptar la autoridad del PAPA, grandes ramas protestantes aceptan la de innumerables "papitas" pues cada pastor se cree el mejor intérprete de la Biblia enseñando lo que a su parecer debe ser, aunque caiga en flagrantes contradicciones y componendas, pues es de sus fieles de donde debe sacar el pan para su mujer e hijos.

B- Es contra la razón pretender que la Biblia sea la sola regla del cristiano.
Es un hecho que el Cristianismo estaba ya muy extendido antes de que San Mateo escribiera el primer Evangelio, lo que hizo 8 años después de la muerte de Cristo. Luego el cristianismo primitivo que pretenden resucitar los protestantes, se propagó por medio de la predicación, no por medio de la lectura de la Biblia, la que no estuvo concluida sino hasta el año 70 después de la muerte de nuestro Divino Redentor.
Si la Biblia fuera la única regla del cristiano, ¿cómo habría podido propagarse la religión en los 15 siglos anteriores a la invención de la imprenta?
Hay en la Biblia unos libros que son la narración de la historia de Israel, y como historia, tienen que referir los hechos tal y como sucedieron sin ocultar ni disimular nada, lo que se opondría a la imparcialidad histórica.
La Biblia nos refiere así para reprobarlos, muchos hechos ignominiosos de hombres corrompidos, los que aprovecha además, para indicamos cómo gobierna al mundo la Providencia Divina y cómo castiga Dios el pecado. La Biblia es un libro de texto de religión, es un libro difícil de entender que trata tanto de historia, como de costumbres, creencias, descripciones en lenguaje popular, etc., que ya no existen.
El confundir una costumbre con una enseñanza, puede originar o engendrar muchos errores, y es lo que está sucediendo en muchos casos. Se necesita estudio, reflexión y sabiduría, para poder distinguir el valor de los distintos contenidos bíblicos.
No basta decir: "está en la Biblia", hay que ver, repetimos, de qué se trata, si es una enseñanza una costumbre, una creencia de aquel tiempo o una idea personal de tal o cual autor.
Es por esto que este estudio se masifica mediante la HISTORIA SAGRADA que aprendemos en el Catecismo. Creemos dejar evidenciado que es contra la razón el creer que la Biblia pueda ser la única regla del cristiano, pero hay para probarlo además otras muchas razones, y la principal es que nuestro Señor Jesucristo dejó también como fuente de verdad: la tradición oral (Le. 10: 16).

C- Esta creencia va también contra la misma Biblia.
En vano se buscará en toda la Biblia algún versículo que pueda honradamente interpretarse como que ella sea la sola regla del cristiano. Si tal hubiera sido la idea de Nuestro Señor Jesucristo, seguramente la hubiera escrito El mismo, empezando por ordenar claramente que a ella tan solo nos atuviéramos; al no hacer esto autorizó de hecho el que hubiera intermediarios entre Él y nosotros a los que dijo: Quien a vosotros escucha a Mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a Mi me rechaza. (Lc. 10:16)
Rogamos al lector se sirva considerar si podía Cristo con más claras palabras, haber autorizado NO a la Biblia, sino a la predicación de su Iglesia. Es un absurdo querer poner la Biblia como autoridad suprema en el campo de la fe. Hay que reconocer que primero está Cristo, después la Iglesia y después la Biblia, y no al revés.

2_ EL PROTESTANTISMO EQUIVOCA PRETENDER PODER INTERPRETAR POR Sl MISMOS LA BIBLIA.
  • a- porque esto es contra la realidad.
  • b- porque esto es contra la razón.
  • c- porque esto contra la biblia.
a. Es contra la realidad pretender que el protestantismo interprete la Biblia individualmente.
Es un hecho que no son los fíeles los que interpretan individualmente la Biblia, sino que con el pretexto de que es un libro "difícil de entender" se requiere para ello una instrucción que el fiel no tiene, pero que el pastor se adjudica, y él es quien "explica" como conviene a la "iglesia" a la que pertenece, las "difíciles" interpretaciones a sus doctrinas.

b. Es contra la razón pretender la libre interpretación de la Biblia.
Esto puede establecerse desde luego, considerando que siendo la Biblia, entre otras cosas, un Código de Moral, si se interpreta por sí misma, viene a ser Juez y parte en causa propia, lo que indudablemente trae consigo la tendencia a torcer en nuestro provecho su sentido. Y los hechos nos proporcionan innumerables pruebas de la verdad de lo anterior, entre las cuales citaremos:
  1. Los protestantes mormones y los anabaptistas de Munstec, interpretando las palabras "creced y multiplicaos", concluyeron la legitimidad de la poligamia.- fue en la propia Biblia, que Lutero, Buter y Melanchton se apoyaron para permitir al Landgrave de Hesse, que tuviera dos mujeres a la vez.-
  2. Juan Leyde, leyendo la Biblia, descubrió que debía casarse con once mujeres a la vez.-
  3. Hermann encontró en ella que él era el Mesías enviado por Dios.-
  4. Nicolás, que la fe era necesaria y que había que vivir en el pecado para que abundara la gracia.
  5. Sympson pretende haber leído en ella que hay que caminar desnudo por las calles, para mostrar a los ricos que deben despojarse de todo.
  6. Richard Hill encuentra en la Biblia que el adulterio y homicidio son obras que sirven para el bien, y que uniendo a ellos el incesto, nos hacen más santos en la tierra y más felices en el cielo.
  7. Hace algunos años en México, pudimos evidenciar que los protestantes de la secta Episcopal Americana, han leído en la Biblia que hay que venerar las imágenes, que son 7 los sacramentos, y que hay que profesar un Credo definido.
  8. Los Presbiterianos, han leído en la Biblia que son solo 2 sacramentos (mejor diríamos que uno y medio, pues la "Cena del Señor" para ellos es juramento, palabra a la que erróneamente dan la interpretación de sacramento) que el hombre ya viene predestinado para el bien o para el mal, por lo que en realidad niegan el libre albedrío.
  9. Los Testigos de Jehová, la secta más activa actualmente en México, leen en la Biblia que NO existe el infierno, que Cristo NO es Dios y niegan la inmortalidad del alma. Con estas ideas, ¿tiene explicación su proselitismo?
  10. Los Metodistas han leído en la Biblia, que sí existe el libre albedrío. Son de tal manera evidentes las aberraciones a las que conduce al hombre la libre interpretación de la Biblia, que han habido protestantes honrados que han confesado que no hay crimen ni abominación que no haya encontrado su justificación en algún texto de la Escritura, interpretada fuera de la autoridad de la Iglesia, pues los protestantes buscan en ella versículos que se adapten a sus tendencias, y no adaptar éstas a sus versículos.
  11. Para ejemplo, "basta un botón"; una de las llamadas "Iglesias históricas", la Presbiteriana, está en grandes dificultades por el estudio que se está haciendo acerca de que la mayoría de los fieles rechazan las "tradicionales normas sexuales bíblicas" por lo que urge cambiar doctrinas para acomodarlas a las costumbres actuales, porque de otra manera se quedan sin "clientela".
No están lejos de seguir las mismas "reformas" algunas de las Iglesias Episcopales, Metodistas y Luteranas. Siendo una necesidad humana la satisfacción de los deseos sexuales, no hay porqué restringirla a los limitados causes del matrimonio, al que ya es imposible pedir como antes, abstinencia, fidelidad y castidad; así pues hay que cambiar estos conceptos para dar la debida atención a los homosexuales, las relaciones entre "amantes adolescentes responsables" etc.
El estudio apenas trata el problema de la procreación: la maternidad es algo que se puede evadir, por medio del uso de anticonceptivos o la interrupción del embarazo con el aborto. Por otra parte, es imposible pedir a las 3/4 partes de los fíeles que viven "solos" un celibato inhumano y tradicional que los hace unos "marginados" y se les recomienda la práctica de un "sexo seguro".
Se olvidan que las "tradicionales normas sexuales bíblicas" se encuentran en los 10 MANDAMIENTOS de la Ley de Dios, que fueron ratificados y perfeccionados por nuestro Señor Jesucristo, y que bajando a la escala natural, son verdaderamente lo que pudiéramos llamar: ecológicas e higiénicas. Y a pesar de que todos ellos interpretan la Biblia de manera diferente, como acabamos de evidenciarlo, aseguran que el Espíritu Santo los "ilumina".
Hasta los pasajes más claros y más sencillos de las Escrituras, son para ellos motivo de grandes disputas y divisiones, al grado de que se encuentran más de ¡doscientas! interpretaciones diferentes de estas benditas palabras de nuestro Señor Jesucristo, tan claras y tan sencillas:
ESTO ES MI CUERPO, palabras que son vida para los católicos y letra muerta para los protestantes.
¡Buena idea se tiene en el protestantismo de este Espíritu Santo! Cuando siendo la verdad una, El los "ilumina" para que cada quien entienda cosas tan diferentes y contradictorias.

c- Que es contra la Biblia creer que puede interpretarse libremente.
Los protestantes pretenden poder apoyarse para interpretar libremente la Biblia en este versículo: "escudriñad las escrituras" (Jn.5:39) pero no lo toman completo, porque dice además: "ya que pensáis tener en ella la vida eterna; son ellas las que dan testimonio de Mi".
Ahora bien: desde luego Jesucristo al decir esto, no se dirige al pueblo, sino a los sacerdotes y les dice que la escudriñen no para encontrar en ellas el único código cristiano, sino para que puedan convencerse de que Él es el Mesías prometido y profetizado por las Escrituras. Y si esto hacen tratándose del versículo que ellos llaman su apoyo, ¿qué no harán con lo restante de la Biblia? la que vemos materialmente atestada de enseñanzas condenando su libre interpretación, entre las cuales bastará con que anotemos las siguientes:
  • (2ª Pedro 3:16) "...entre las cuales (se refiere a las epístolas de San Pablo) hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen como también otras Escrituras para perdición de sí mismos” (textual Biblia protestante)
  • (2ª Pedro 1:20) "Entendiendo primero esto: que ninguna profecía de la Escritura, es de particular interpretación" (textual Biblia protestante)
  • (2ª Tesalonicenses 2:15) "Así es que hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido sea por palabra o por carta nuestra"
Nadie como los protestantes han experimentado sobre todo en el campo de la unidad y de la propagación de la fe, los desastrosos efectos de la libre interpretación de la Biblia; "Henos aquí, escribe R.H. Davis, ante la verdadera piedra de escándalo del protestantismo, nuestras diferentes interpretaciones bíblicas, han dado pie a la proliferación de nuestras sectas"."Los grandes desacuerdos doctrinales y prevalecientes en todas las iglesias protestantes, empezando por las anglosajonas, se deben a desacuerdos católicos sobre la Biblia como palabra de Dios; los peligros de la interpretación privada son una realidad frente a las sectas que proliferan en todo el mundo"
Sólo en Africa hay más de 2000, ¡Sí, dos mil sectas autóctonas!

ALGO DE HISTORIA.

  • En el año de 1551, la paz de Ausburgo reconoció legalmente la división religiosa, que poco a poco se hizo una moda, surgiendo un sin fin de opiniones y sectas basadas sobre el principio de la libre interpretación de la Biblia.- Zwinglio (muerto en 1531) negó la presencia de Cristo en la Eucaristía y el sacramento del Bautismo.. En lo demás aceptó completamente la posición luterana. Sus ideas se impusieron en Zurich, Suiza, pero sus partidarios tuvieron que pelear contra los cantones católicos y fueron vencidos en la batalla de Kappel en 1531, en la que fue mortalmente herido.
  • Thomas Muzer fundó los anabaptistas y provocó la guerra de los campesinos (1522-1525).
  • Calvino, muerto en 1564, fundó una secta aparte en Ginebra, Suiza, aceptando el luteranismo y desarrollando la doctrina de la predestinación.
  • Juan Knox, muerto en 1572, fundó en Escocia El presbiterianismo, aceptando las posiciones calvinistas.
  • Enrique VIII, rey de Inglaterra de 1509 a 1547, no consiguiendo que el Papa le anulara su matrimonio con Catalina de Aragón, proclamó la independencia de la Iglesia Anglicana, declarándose su jefe espiritual.
    Una vez rota la unidad con la única Iglesia que fundó Cristo, cada uno por interés, orgullo o buena intención, se sentía libre de seguir "su" camino, dando origen aún sin fin de sectas que hasta la fecha siguen surgiendo y desapareciendo. Los mismos fundadores del protestantismo estaban conscientes del escándalo representado por la rápida proliferación de las sectas.
  • En una carta dirigida a Melanchton, así se expresaba el mismo Calvino:
    "Es de gran importancia que las divisiones que subsisten entre nosotros, no sean conocidas en los futuros tiempos. Nada puede ser más ridículo que el hecho de que quienes fueron impulsados a separarse de la totalidad, no hayan podido lograr sino un tan precario acuerdo en el principio mismo de la Reforma". (Carta No. 14 1)

EL ECUMENISMO.

No es posible terminar este estudio, sin hacer mención al movimiento Ecuménico. Las corrientes ecuménicas están afectando profundamente tanto a la Iglesia Católica, como a las llamadas Iglesias Históricas Protestantes. Es frecuente el intercambio entre exégetas católicos y protestantes, y entre especialistas del Instituto Bíblico de Jerusalén, y en un nivel menos técnico, las "conversaciones", "mesas redondas" o "vigilias" litúrgicas que se celebran entre católicos y protestantes, teniendo como fondo la lectura y meditación de la Biblia.
Por su parte el Concilio Vaticano II a captado las posibilidades de acuerdos, y en el Decreto sobre el Ecumenismo hace más de una vez alusión al prominente papel que las Sagradas Escrituras ocupan en la teología y en la vida religiosa de las comunidades protestantes.
En el terreno católico, la exposición debe hacerse con "toda profundidad, humildad y caridad, con un alma guiada por la verdad" sabiendo que nuestras discrepancias son esenciales, "muy graves" ante todo en puntos de la interpretación de la Verdad Revelada.
Nuestros diálogos han de ser principalmente, si no de modo exclusivo, con protestantes que admitan la Divinidad de Cristo, el Misterio de la Santísima Trinidad y el carácter inspirado de los Libros Sagrados.
El documento conciliar indica también, que la raíz principal de nuestra discrepancia con los hermanos separados, es la interpretación privada de la Biblia.
La Biblia debe contarse entre los verdaderos "tesoros cristianos".
La Escritura conserva entre los no-católicos, su pleno valor aun no creyendo que "El Señor entregó todos los bienes del Nuevo Testamento aun solo Colegio Apostólico, a saber, el que preside Pedro, para constituir un solo Cuerpo con Cristo en la Tierra".


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Autor: Alicia Herrasti
ARZOBISPADO DE MÉXICO
Pbro. Dr. José Luis Guerrero Rosado Censor
por mandato especial del Señor Arzobispo Primado
"IMPRIMATUR" 29 de julio de 1991
Mons. Rutilo S. Ramos Rico Vicario General

Cristianismo

El Cristianismo es la religión fundada por Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.
Los cristianos —discípulos de Cristo— se incorporan por el bautismo a la comunidad visible de salvación, que recibe el nombre de Iglesia.

¿Qué entendemos por Cristianismo?

Entendemos por Cristianismo la religión fundada por Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. La persona y las enseñanzas de Jesús son las bases sobre las que se asienta la religión cristiana. Los cristianos consideran a Jesucristo su Redentor y su Maestro: le reconocen como su Dios y Señor y se adhieren a su doctrina.En una hora precisa del tiempo y en lugar determinado de la tierra, el Hijo de Dios se hizo hombre e irrumpió en la historia humana.
El lugar de nacimiento de Jesús fue Belén de Judá; la hora, cuando reinaba en Judea Herodes el Grande y Quirino era gobernador de Siria, bajo la autoridad suprema del emperador de Roma, César Augusto (cfr. Mt II, 1; Le II, 1-2).
La vida de Cristo entre los hombres se prolongó hasta otro momento de la historia, bien preciso también: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo tuvieron lugar en Jerusalén, a partir del día 14 del mes de Nisán del año 30 de la Era cristiana. Caifás desempeñaba el cargo de Sumo Sacerdote, gobernaba Judea el «procurador» Poncio Pilato y reinaba en Roma el emperador Tiberio.

Conocer a Jesucristo

Jesucristo se presentó a sí mismo como el Cristo, el Mesías anunciado por los Profetas y esperado ansiosamente por el Pueblo de Israel. En Cesárea de Filipo, ante la diversidad de opiniones que corrían sobre su persona, el Señor preguntó a los Apóstoles:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
La respuesta de Pedro fue rotunda: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Jesús no sólo no enmendó en un ápice estas palabras, sino que las confirmó de modo inequívoco: «No te han revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos» (cfr. Mt XVI, 13-17).

En la noche de la Pasión, ante los príncipes de los sacerdotes y todo el Sanedrín, Jesús declararía abiertamente que era el Hijo de Dios, el Mesías. A la solemne pregunta del Sumo Sacerdote, la suprema autoridad religiosa de Israel: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?», Jesús respondió: «Yo soy» (Me XIV, 61-62).
«Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (lo I, 10). Estas palabras del capítulo primero del Evangelio de San Juan anuncian el drama del rechazo del Salvador por parte del Pueblo elegido. Dominaba en éste por aquel tiempo una concepción político-nacional acerca del esperado Mesías, al que se consideraba como un caudillo terrenal que habría de libertar la nación del yugo de los opresores romanos y restaurar en todo su esplendor el Reino de Israel.
Jesús no respondía a esta imagen, porque su Reino no era de este mundo (cfr. lo XVIII, 36).
Por eso no fue reconocido, sino rechazado por los jefes del pueblo y condenado a morir en la Cruz.

Los milagros obrados por Jesús durante los años de su vida pública constituyen el refrendo de su Mesianidad y confirmaron la doctrina que anunciaba. Esas razones, unidas a la personalidad incomparable del Señor, motivaron decisivamente la adhesión de sus discípulos, y en primer término de los doce Apóstoles. Una adhesión todavía defectuosa al principio, por parte de hombres que compartían muchos de los prejuicios de sus contemporáneos; unos hombres cuya mentalidad les hacía difícil comprender la verdadera naturaleza de la misión redentora de Jesús, lo que explica el tremendo desconcierto que les causó la Pasión y Muerte de su Maestro.

La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su doctrina. «Si Cristo no resucitó —escribió San Pablo—, vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (I Cor XV, 14).
La realidad de la Resurrección —tan lejos de las expectativas de los Apóstoles y los discípulos— se les impuso a éstos con el argumento irrebatible de la evidencia: «pero Cristo ha resucitado y ha venido a ser como las primicias de los difuntos» (I Cor XV, 20; cfr. Le XXIV, 27-44; lo XX, 24-28).
Desde entonces los Apóstoles se presentarían a sí mismos como «testigos» de Jesucristo resucitado
(cfr. Act II, 22; III, 15), lo anunciarían por el mundo entero y resellarían su testimonio con la propia sangre.

Los discípulos de Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación, transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradición.


El nacimiento de la Iglesia

Pero Jesucristo no sólo fundó una religión —el Cristianismo—, sino también una Iglesia. La Iglesia —el nuevo Pueblo de Dios— fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La Iglesia está cimentada sobre el Apóstol Pedro, a quien Cristo prometió el Primado —«y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt XVI, 18)— y se lo confirmó y confirió después de la Resurrección: «apacienta mis corderos», «apacienta mis ovejas» (cfr. lo XXI, 15-17).
La Iglesia de Jesucristo existirá hasta el fin de los tiempos, mientras perdure el mundo y haya hombres sobre la tierra: «y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt XVI, 18).
La constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, y a partir de entonces comienza propiamente su historia.

Fuente: José Orlandis
(Historia de la Iglesia)

Antiguo testamento

Para el pueblo judío, el Antiguo Testamento (La Ley) era todo. Era al mismo tiempo la manifestación de la voluntad de Dios y la expresión de su propia cultura e historia. Era su poema nacional. En la Ley, los judíos pensaban encontrar la vida (Dt 10,13; Jn 5,39).
Para nosotros no es lo mismo. Tenemos también el Nuevo Testamento. No se trata de dos alianzas, dos testamentos, que tienen la misma importancia. Para nosotros no basta decir: «Está escrito en la Biblia». Tenemos que preguntarnos siempre:
«Esta enseñanza ¿se encuentra en el Antiguo o en el Nuevo Testamento?»

Nosotros, en realidad, pertenecemos al Nuevo Testamento y no al Antiguo.

¿Entonces, para nosotros no vale el Antiguo Testamento?
Y si tiene algún sentido también para nosotros, ¿cuál es?

Pues bien, tratando de contestar a estas preguntas:

El Antiguo Testamento (La Ley) representa una superación con respecto a las costumbres y religiones de la época. Cada vez que Dios interviene, lo hace para elevar al hombre. Por lo tanto, toda la acción de Dios en favor de su pueblo, fue para transformar sus costumbres en una obra de continua educación.
Los escritos del Antiguo Testamento son un reflejo de esta actividad educadora de Dios. Expresan la pedagogía de Dios.
Tomemos el ejemplo de La Ley del Talión (Lev 24,17-22), que parece tan bárbara. Esta no quiere inculcar, como norma, la Ley de la venganza, sino limitar el impulso de hacer al adversario un daño desproporcionado al perjuicio recibido. Si uno recibió una bofetada, está tentado de contestar con una puñalada; si le levantaron un falso testimonio, está dispuesto a matar, etc. La Ley del Talión dice:
«Tú, a lo sumo, puedes hacer al adversario el mismo daño que él te hizo a ti. Si le haces un daño más grande, tienes que responder por ello».

Otro ejemplo. ¿Cuántos dioses hay? Un solo Dios, contesta el Antiguo Testamento.


Es una superación con relación a la mentalidad general de aquella época en que se admitían varios dioses. Pero al mismo tiempo, el Antiguo Testamento es inferior al Nuevo Testamento. En realidad el Nuevo Testamento enseña que no sólo no hay que hacer al adversario un daño más grande del que se recibió, sino que hay que perdonarle y amarlo, imitando a Dios (Mt 5,38-48, Lc 6,27-31). Por lo que se refiere a la verdad sobre Dios, con el Nuevo Testamento se aclara que se trata del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que son un solo Dios.

Para cualquier problema, hay que preguntarse: « ¿Qué dice el Nuevo Testamento? ».

El Nuevo Testamento interioriza y supera al Antiguo. Hemos visto cómo de por sí el Antiguo Testamento es una superación de la mentalidad y las costumbres de la época. Por ejemplo, los antiguos pensaban que había dos clases de personas, animales y cosas: las que pertenecían a Dios, que eran sagradas, y las que no le pertenecían, que eran profanas.
Las primeras eran consideradas puras o santas; las otras consideradas impuras, es decir que llevaban alguna mancha, algún pecado, en el sentido de que no podían servir para el culto.

El Antiguo Testamento (La Ley) tomó esta manera de pensar (Lev 8: consagración de los sacerdotes; Lev 11: distinción entre animales puros e impuros, ver nota en la Biblia Latinoamericana; Lev 4: pecados por ignorancia; etc.) y trató de profundizar el concepto de pecado, aclarando que no se trata de algo puramente casual (Is 1,16) o relacionado con el culto.
Con el Nuevo Testamento se aclara definitivamente que lo que hace impuro al hombre no es nada exterior, sino lo que sale del corazón (Mc 7,1-23).

Lo mismo por lo que se refiere a la sexualidad. Muchos pueblos primitivos ya rodeaban de respeto todo lo relacionado con el origen de la vida.
El Antiguo Testamento, mediante ciertos ritos de purificación, indica el sentido sagrado de todo lo que se refiere al sexo (Lev 12,1-8; Lev 15,1-33).
Con el Nuevo Testamento todo se interioriza al tomar conciencia de nuestra dignidad como hijos de Dios y presentar nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo. Ya no se trata de ritos de purificación, sino de luchar por tener una vida santa, evitando toda inmoralidad sexual (Ef 5, 3). El amor entre los esposos encuentra en el amor entre Cristo y su Iglesia su modelo perfecto (Ef 5,22-33).
Llegando a este punto de madurez espiritual, ya caen todas las normas del Antiguo Testamento que se refieren al respeto que se le debe a la mujer, evitando relaciones sexuales durante la menstruación o después de haber dado a luz (Lev 12), etc.

«El cristiano maduro no necesita normas específicas para solucionar estos problemas. Dejándose guiar por la ley del amor, encuentra la solución para cualquier problema

He aquí otro ejemplo de superación e interiorización del Nuevo Testamento con relación al Antiguo Testamento:
Todos los pueblos antiguos tenían ciertos lugares consagrados al culto. El Antiguo Testamento acepta esta idea y la supera. Efectivamente el Templo de Jerusalén era no sólo un centro cultual, sino también de maduración (profetas) e irradiación de la fe en el verdadero Dios.
Pero llega el Nuevo Testamento y pone en segundo término todo lo que es material. Lo que se necesita para adorar verdaderamente a Dios, es el poder del Espíritu Santo que nos permite conocerlo y servirlo según la verdad (Jn 4,21-24).

Para entender mejor este aspecto, es suficiente leer Mt 5,20-48 donde se ve cómo Cristo vino a traer una ley más perfecta, que interioriza y supera la antigua. En este sentido hay que ver Mt 5,19, que parece aceptar todo el Antiguo Testamento. Hay que aceptarlo, pero visto a la luz del Nuevo Testamento, interiorizado y perfeccionado. Así como es, la Ley del Antiguo Testamento no sirve para nosotros.
Es más, teniendo el Nuevo Testamento, lo tenemos todo, puesto que todo lo valioso del Antiguo Testamento se encuentra en el Nuevo Testamento, ya interiorizado y perfeccionado. Es distinta nuestra situación a la de los que vivieron antes de Cristo o durante el tiempo en que vivió Jesús. Entonces existía solamente el Antiguo Testamento.

Por eso Jesús les enseñaba a vivirlo de una forma nueva, que corresponde al Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento era una forma de religión provisoria para educar la conciencia del pueblo de Dios hasta que llegara Cristo (Gál 3,23-26).
La Ley del Antiguo Testamento se parece a una sirvienta que tiene poder sobre el niño solamente durante el camino para llegar al maestro. Al llegar al maestro, la sirvienta ya no tiene ningún poder sobre el niño. Pues bien, el maestro es Cristo. Él, como un Nuevo Moisés, da una nueva ley
(Mt 5,1ss).

El Antiguo Testamento presenta las sombras de la realidad que es Cristo Jesús (Mt 11,13; Col 2,17; Heb 10,1; Jn 3,14-15; Jn 6,49 ss). Los sacrificios, las ofrendas, el sumo sacerdote, el maná, la serpiente del desierto, el mismo Moisés, gran caudillo y legislador... todo era sombra de la realidad, que es Cristo. Él es el nuevo Moisés que da origen a un nuevo pueblo, mediante una Nueva Alianza, sellada con su sangre. Para los miembros de este nuevo pueblo, él «es el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6).

Bajo este aspecto, el Antiguo Testamento ayuda para entender mejor el Nuevo Testamento. La Ley del Antiguo Testamento obligaba específicamente a los judíos que vivieron antes de Cristo. Al convertirse a Cristo, el judío ya no está obligado a cumplir toda la ley de Moisés, igual que nosotros que no somos judíos (Rom 3,28-31; Hech 15,10; Ef 2,15; Gál 4,4-5; Rom 7,4; Heb 10,9).
Lo que salva es la fe en Cristo Jesús.

La ley de Moisés en su totalidad fue solamente para el pueblo Judío y antes de la llegada de Cristo. Para nosotros, lo que vale es la ley de Cristo, contenida en el Nuevo Testamento en forma plena. Los que creen en Cristo, no deben volver a la observación de la ley del Antiguo Testamento(Gál 5, 1-6) y en especial a la circuncisión (Gál 5,3), al sábado (Col 2, 16) y a los alimentos prohibidos (Col 2,21; Rom 14,16-21; 1Tim 4,3-5).
El cristiano es un hombre maduro. Se deja guiar por el Espíritu que lo hace profundamente libre(Rom 8,15).

"Sabe que el Reino de Dios no es cuestión de comida o bebida, sino justicia, gozo y alegría en el Espíritu Santo"
(Rom 14,17).


Conclusión:
Hay que evitar las discusiones inútiles a propósito de la Ley (Ti 3,9). El estudio que hacemos, no es para pelear, sino para ver qué dice la Biblia sobre el sentido del Antiguo Testamento y no dejarnos confundir por gente que quiere enseñarnos cosas inútiles, distrayendo nuestra atención de Cristo. «La verdad los hará libres» (Jn 8,32), dijo Jesús. Por eso, queremos conocer de veras la Biblia, sin miedo a la verdad. Claro que si alguien por ignorancia se fijó en ciertos aspectos del Antiguo Testamento, sin saber lo que dice el Nuevo, ahora se encuentra en un verdadero problema. Que reconozca sinceramente que se había equivocado y volverá a encontrar la paz. En este sentido, el hecho de profundizar el sentido del Antiguo Testamento puede sernos de mucha utilidad no sólo para sostenernos en nuestra fe, sino también para ayudar a ciertos hermanos extraviados, que con un poco de orientación y buena voluntad puedan regresar al camino verdadero. Como se ve, no rechazamos el Antiguo Testamento, sino que lo ponemos en su lugar. En realidad, aceptamos los dos testamentos o Alianzas como Palabra de Dios, que contiene el plan de Salvación para toda la humanidad. Lo que queremos subrayar, es el hecho que en el Nuevo Testamento se encuentra la plenitud de la verdad, mientras que el Antiguo Testamento representa una preparación y contiene muchos elementos caducos. De todos modos, para una auténtica vida cristiana, es muy útil también el Antiguo Testamento, puesto que allá se descubre la pedagogía de Dios para formar a su pueblo, se encuentran oraciones sublimes (los salmos) y se ofrecen grandes testimonios de entrega a Dios (profetas y hombres piadosos), aunque reflejan ciertas limitaciones propias del Antiguo Testamento.