"Jesús ama tanto su Iglesia que se entregó por ella, no debemos decir que amamos a Jesús pero despreciamos su Iglesia."
El problema surge cuando se dice, supuestamente, creer en Jesucristo y con eso ser suficiente. No habiendo necesidad de Iglesia.
Con la diferencia que en la sagrada escritura no se encuentra un cristo sin Iglesia.
Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre dio su vida en la Cruz para salvar a los hombres del pecado y el poder del demonio. Fundó su Iglesia para continuar su obra de salvación aquí en la tierra.
Como podremos ver a continuación:
por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero.
Bajo sus pies sometió todas la cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia,
que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo.
Efesios 1,21-23
para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora manifestada a los Principados y a las Potestades en los cielos, mediante la Iglesia, conforme al previo designio eterno que realizó en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Efesios 3,10-11
Los poderes del mundo de arriba se van a manifestar en y por la Iglesia la multiforme y sabiduría de Dios:
a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén.
Efesios 3,21
A Jesucristo se le rinde gloria en y por la Iglesia:pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.
1Timoteo 3,15
Nos da a conocer la palabra de Dios que la Iglesia es pilar y base de la verdad.
El mismo Jesucristo, refiriéndose a la Iglesia
Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida.Y si tampoco lo hace con la Iglesia, será para ti como un pagano o un publicano.
desde Mateo 18,17.
El Apóstol Pablo en su encuentro con Jesucristo descubre algo importantísimo.Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén.
Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?»
El respondió: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Hechos 9,1-5
El llamado de Jesucristo al apóstol es porque me persigues. Claramente Pablo perseguía a la Iglesia y es donde nos damos cuenta que el mismo Jesucristo se hace uno con la Iglesia.
La iglesia tiene la bendición de Jesús:
Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.
Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada.
Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo.
No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno.
Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad.
Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo.
Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.
No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno:
yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Juan 17,11-23
Jesús ama su Iglesia tanto que se entrego por ella, no podemos decir que amamos a Jesús pero despreciamos su Iglesia:
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada.
Efesios 5,25-27
La Iglesia es visible:Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? O ¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? ¿Todos con carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?
1 Corintios 12,27-30
Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu.
Efesios 2,19-22
Asi que no se puede decir, acepto a Jesucristo y rechazo su cuerpo. Sabemos que Jesucristo es la cabeza, claro esta que están perdidos quienes no acepten la verdad que no hay Cristo sin Iglesia.
Rechazar la Iglesia es rechazar a Jesucristo mismo.
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Autor: Jose Galeno
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